Los actores hacen lo que pueden, aunque la procesión iría por dentro y alguno de ellos pensaría en qué fregado me he metido. Por ejemplo, Richard Harris y Sofía Loren "coinciden" en un tren después de dos divorcios y por lo que se puede deducir no habrá dos sin tres. Burt Lancaster, por su parte, se ve pasando las 24 horas del día en la Organización Mundial de la Salud (hasta se afeita allí) y tomando decisiones en las que están en juego la vida de mil personas sin pestañear. Lo de la cuarentena del tren es de risa: se les ocurre aislar a las personas afectadas con unas cortinillas de plástico, previamente observamos cómo son trasladados, por el primero que pasaba por allí y sin mascarilla, a los vagones acondicionados para ello (¿no habíamos quedado en que era una enfermedad letal?). Por supuesto, Richard Harris, que no es otro que el doctor que se desvela por la salud de los afectados, no contrae la enfermedad a pesar de tocar y trasladar a enfermos sin tomar ningún tipo de precaución (con su "enfermera", Sofía Loren, sucede lo mismo).

Y nada... que al final se salvan de la enfermedad y del accidente las tías buenorras y los niños (y Richard Harris, claro).