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Voto de José Miguel:
9
Drama Londres, 1964. El nacimiento de dos sectas juveniles rivales (los "mods" y los "rockers") tiene consecuencias devastadoras. Para Jimmy y sus compinches, una pandilla bien trajeada, adicta a las pastillas y siempre a lomos de sus scooters, ser un mod es una forma de vida, es pertenecer a su generación. La cuadrilla de Jimmy se va a Brighton, dispuesta a vivir una salvaje aventura de drogas, emociones y batallas campales contra los rockers. (FILMAFFINITY) [+]
19 de diciembre de 2017
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Del pequeñísimo relato escrito en el interior de un disco por Pete Townshend, Franc Roddam saca el máximo partido para desarrollar Quadrophenia, de la cual elabora una interesante, bien asesorada aunque con algún anacronismo concedido a los Who y entretenido enfoque sobre esta subcultura juvenil.
Debo hacer una mención destacada a esos equipos que cuidan cada detalle de una película, que la hacen más creíble y le dan empaque. Aquí hay que felicitar a los componentes de vestuario, peluquería y atrezzo que lograron dar convicción a aquellos días de Pascua quince años después.
Franc R. tiene el mérito de extraer, de un adolescente todavía Phil Daniels, todas sus dotes interpretativas limitadas por su nulo bagaje. Sabe dirigir las masas en sus recorridos con Vespas, Lambrettas y en sus concentraciones. Además hace ver al espectador la singularidad del personaje, no tanto como la patología que se extrae del relato original escrito por Pete T. (dicen que inspirado en su amigo Irish Jack, adicto a las pastillas al que dedicaron una canción: Happy Jack y que todavía se le puede ver en la actualidad junto a Townshend hablando de Quadrophenia) decía que no tanto por la enfermedad mental del escrito, sino por la inestabilidad propia del adolescente al entregarse absolutamente a todos esos códigos que a esa edad representan la razón de existir en contraposición a lo que nos ofrece la sociedad que te ha tocado vivir.
Vi el estreno de Quadrophenia hace casi cuarenta años y recuerdo tener una sensación amarga al terminar la película, algo se me escapaba que estaba ahí y no había digerido. Ahora en este segundo visionado me ha parecido intemporal, cercana a la estética del cine independiente, amena y con la perspectiva de los años de una realidad aplastante para cualquier chico o chica que se tome demasiado en serio su adolescencia.
José Miguel
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