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Voto de José Miguel:
8
Drama. Comedia Marcello Rubini es un desencantado periodista romano, en busca de celebridades, que se mueve con insatisfacción por las fiestas nocturnas que celebra la burguesía de la época. Merodea por distintos lugares de Roma, siempre rodeado de todo tipo de personajes, especialmente de la élite de la sociedad italiana. En una de sus salidas se entera de que Sylvia, una célebre diva del mundo del cine, llega a Roma, cree que ésta es una gran ... [+]
30 de octubre de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Van saltando, estas casi tres horas, de la vida dulce a la realidad amarga, de los saraos descontrolados a los banales actos religiosos, de la frívola vida de ricos herederos al tradicional matrimonio y sus ataduras.
Así vuelan esas tres horas de universo Felliniano con esa panoplia de secundarios y extras( casting que Rosy de Palma hubiera pasado sin diálogo alguno) escogidos y expuestos con intención de dar ante la cámara un fogonazo de patetismo, de histrionismo, de sordidez canallesca y de costumbrismo ordinario donde tan bien desenvuelve la cámara Federico.
Ojo, que aquí todo tiene su simbolismo, su referente social, Fellini no daba puntadas sin hilo. Hasta el último fotograma cargado de un significado de incomunicación generacional resulta poético en su interpretación.
Desmerecería hacer referencia a un pequeño e insulso papel que realizó la maniquí Nico, todavía musa de la nada, y que nunca tan poca aportación le dio tantos réditos de presentación abriéndole mil puertas en ambientes "culturetas", porque yo lo valgo. Sin que resaltemos a los principales: una Anouk Aimée que cumple con su papel de mujer de rompe y rasga, algo exagerada y por momentos fuera de control en su interpretación frente a un sobrio e impecable Mastroianni que da los matices con solvencia que su papel exige.
No fue consciente Fellini, ni pudo imaginarse la influencia que ejerció "La dolce vita" en los adolescentes británicos deslumbrados ante esa vida en las terrazas de las cafeterías de Roma, las icónicas motocicletas italianas y el diseño italiano de la moda que se refleja en el vestuario de esos ubicuos paparazzi que suscitaron viajes a Italia para hacerse con prendas e inspiración.
Comenzó la próspera década de los sesenta con este título premonitorio aunque en algunos sitios la vida dulce se entendió como el "baby boom" y no precisamente por el "boom" atómico.
José Miguel
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