No podía creer que esto acabara sin sonar "Heatwave". Se hizo esperar, pero llegó.
La historia de la Motown es el clásico reportaje de rafagazos musicales, fotos e imágenes antiguas, opiniones de invitados vamos el sota, caballo y rey de los documentales musicales. Nada que ver con el experimental y poético "Todas aquellas noches sin dormir" sobre la música electrónica en Polonia.
Vamos al asunto. Berry G. y Smokey R. son los perfectos anfitriones;simpáticos, locuaces, compenetrados y rutilantes de complicidad salpicando aquí y allí el "docu" de anécdotas y comentarios.
No se le puede negar el dinamismo que logran al montar esta historia, los invitados van al grano y la sucesión de bailes y apariciones en TV se hace armónica, no obstante las dos horas que dura se hacen largas para verlas del tirón, una miniserie de cuatro o cinco capítulos daría más profundidad al tema y abarcaría ordenadamente las etapas de la discográfica.
El concepto de cadena de montaje que la Tamla Motwn aplicaba a sus artistas queda claramente expuesto con el paso por los diversos departamentos y su aprobación en una especie de asamblea general.
Se pasa de puntillas por las finanzas del sello si no es de una forma anecdótica por ser un italiano con pinta de mafioso el que las dirigía, en cambio Berry Gordy sale airoso ante las críticas que se le hacían por no involucrarse en los problemas raciales.
El gran logro de la Motown y de su creador es ver que había otra música echa por negros para todo tipo de público, incluido el blanco, más allá del Blues, algo impensable en aquellos años en los que era un sacrilegio para un negro decir que no le gustaba el Blues y es que cuando las líneas del bajo, marcas de la casa, de James Jamerson empiezan a tocar "I can´t help myself", "Can´t hurry love" , "Heatwave" y muchas otras los problemas pasan a un segundo plano y los pies se van solos a la pista de baile.