Tercera en entrega de la saga Corredor del laberinto, y como en las dos anteriores partes, el encargado de dirigir esta nueva entrega es el mismo que ya lo hizo en las anteriores Wes Ball, que hasta el momento es lo único que ha dirigido, y muy mal no le ha ido ya que la saga le ha salido bastante rentrable.

Esta nueva entrega nos aleja de los orígenes de la saga y se embarca en la búsqueda de una cura. Con un ritmo bastante acorde y un despliegue visual decente la película tiene que hacer frente a múltiples baches para no caer en lo insignificante.

La trama aunque con buen ritmo como ya hemos dicho a duras penas es capaz de mantener el interés del espectador, ya que la película es nada creíble, con un guión flojísimo, unos diálogos estúpidos y más previsible que el final de cualquier capítulo de pocoyo.

Aunque hay que decir que su arranque no es malo y la verdad es que parece prometer más de lo que al final resulta ser, sus más de dos horas y 20 minutos juegan en su contra desde la primera hora. Demasiada ambición por parte de su director en realizar una película eterna cuando quizás está misma comprimida en 90 hubiera quedado de perlas.

Según avanzamos minutos, la película más se aleja de lo que quiere ser y más se acerca al sofrito que finalmente resulta ser. En algunos momentos parece que estamos inmersos en un remake de Fast and furious.

Los actores tampoco ayudan a mantener el barco a flote ya que ninguno de ellos realiza una labor algo destacable, todos ellos están sobre actuados en una historia muy previsible.

Como conclusión podemos decir que la película gustará más a los acerrimos de la saga con mente blanda y poco esperanza. Para el resto es una película del sábado noche demasiado larga como para verla en la tele privada.

Lo mejor: Su arranque parece prometedor.
Lo peor: 142 minutos, es una broma de mal gusto,
Recomendada: No

@cineypunto