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Voto de Gabriel Ufa:
5
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Comedia
Mister Bean decide irse de vacaciones al sur de Francia y convierte su viaje de Londres a la Costa Azul en un auténtico caos: por dondequiera que pasa provoca verdaderos estragos. (FILMAFFINITY)
24 de junio de 2010
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Diez años después de “Bean, lo último en cine catastrófico” reaparece Mr. Bean en su último film, según palabras de Rowan Atkinson. Firma el guión el propio Atkinson junto el director, un semi-desconocido Steve Bendelack.
Bean ha ganado un viaje al sur de Francia, donde asistirá al famoso festival de Cannes. Como si de una road-movie se tratase, Mr. Bean va haciendo un recorrido por múltiples escenarios del país vecino, lo que le da al film un cierto toque europeo.
Esta estructura es un hábil truco de los guionistas que les sirve para enlazar un gag detrás de otro, dándole cierto sentido de unidad al conjunto, sin que parezca que son meros sketchs sin coherencia ni conexión.
Este excéntrico inglés, de manías particulares, es un personaje absolutamente definido y suficientemente célebre. Para no hacer la trama demasiado monótona, los guionistas propician que Bean encuentre a un chico que ha perdido a su padre y a una bella actriz francesa, con quienes repartirá protagonismo. Son evidentes las alusiones a Chaplin (“El chico”) o Buster Keaton, en un Bean prácticamente mudo, que apenas pronuncia tres palabras: “oui”, “non” y “gracias”. Evidentemente, tanto lo uno como lo otro, supone un acierto de guión.
La radiante Emma de Caunes (Sabine), actriz no muy conocida, es la chica que se ve envuelta en las aventuras de Bean muy a su pesar.
Willem Dafoe hace un pequeño papel de director que tiene que rodar anuncios comerciales para llegar a fin de mes, en el que hay una velada crítica al egocentrismo relamido y el abuso de de protagonismo de algunos directores de cine independiente.
Si bien es cierto que esta segunda parte intenta reinventarse y no repetirse, con la dificultad añadida de un personaje sobreexplotado y del que siempre se espera lo más insólito, al final puede acabar por cansar, denotando un pequeño bajón en la última parte del film. Posiblemente acuse un metraje algo largo.
De todas maneras, todo el mundo conoce a Mr. Bean y sabe lo que puede dar, es decir, no se engaña a nadie. Por otro lado, las pretensiones del film son sencillas y su único objetivo es buscar la risa. Cabía esperar, no obstante, algo más de ingenio en la búsqueda de la carcajada en algunos gags.
Bean ha ganado un viaje al sur de Francia, donde asistirá al famoso festival de Cannes. Como si de una road-movie se tratase, Mr. Bean va haciendo un recorrido por múltiples escenarios del país vecino, lo que le da al film un cierto toque europeo.
Esta estructura es un hábil truco de los guionistas que les sirve para enlazar un gag detrás de otro, dándole cierto sentido de unidad al conjunto, sin que parezca que son meros sketchs sin coherencia ni conexión.
Este excéntrico inglés, de manías particulares, es un personaje absolutamente definido y suficientemente célebre. Para no hacer la trama demasiado monótona, los guionistas propician que Bean encuentre a un chico que ha perdido a su padre y a una bella actriz francesa, con quienes repartirá protagonismo. Son evidentes las alusiones a Chaplin (“El chico”) o Buster Keaton, en un Bean prácticamente mudo, que apenas pronuncia tres palabras: “oui”, “non” y “gracias”. Evidentemente, tanto lo uno como lo otro, supone un acierto de guión.
La radiante Emma de Caunes (Sabine), actriz no muy conocida, es la chica que se ve envuelta en las aventuras de Bean muy a su pesar.
Willem Dafoe hace un pequeño papel de director que tiene que rodar anuncios comerciales para llegar a fin de mes, en el que hay una velada crítica al egocentrismo relamido y el abuso de de protagonismo de algunos directores de cine independiente.
Si bien es cierto que esta segunda parte intenta reinventarse y no repetirse, con la dificultad añadida de un personaje sobreexplotado y del que siempre se espera lo más insólito, al final puede acabar por cansar, denotando un pequeño bajón en la última parte del film. Posiblemente acuse un metraje algo largo.
De todas maneras, todo el mundo conoce a Mr. Bean y sabe lo que puede dar, es decir, no se engaña a nadie. Por otro lado, las pretensiones del film son sencillas y su único objetivo es buscar la risa. Cabía esperar, no obstante, algo más de ingenio en la búsqueda de la carcajada en algunos gags.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
No aparece Teddy, el osito de peluche de Mr. Bean.
Por primera vez aparece su nombre completo, en el pasaporte: Rowan Bean.
Para no perderse el comienzo, las vicisitudes de Mr. Bean en el restaurante. Muy destacado el gag de la cigala, aunque a más de uno se puede indigestar. Lo que hace con las ostras tampoco tiene desperdicio.
Por primera vez aparece su nombre completo, en el pasaporte: Rowan Bean.
Para no perderse el comienzo, las vicisitudes de Mr. Bean en el restaurante. Muy destacado el gag de la cigala, aunque a más de uno se puede indigestar. Lo que hace con las ostras tampoco tiene desperdicio.