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España España · Almería
Voto de Gabriel Ufa:
8
Romance. Drama Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), un soldado alemán que combate en el frente ruso obtiene un permiso para volver a Alemania. Tras comprobar que su casa ha sido bombardeada, emprende la búsqueda de sus padres desaparecidos; al mismo tiempo, conoce a la hija de un preso político y se enamora de ella.
18 de julio de 2010
15 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
La cita no se dice en la película, pero cualquier protagonista la podría haber hecho suya. Es una frase de John Lennon que he querido rescatar porque me parece muy apropiada y resume perfectamente la esencia del film.
Aunque “Tiempo de amar, tiempo de morir” no figura, incomprensiblemente, entre las más aclamadas de Sirk, es una de las más exquisitas, maduras y bellas de su carrera.
Con un gran despliegue de medios que recrea con gran lujo de detalles el frente y las ciudades, casi apocalípticas, Sirk muestra un romance que no será fácil (una constante en sus largometrajes) dentro de la miseria y las calamidades de la guerra.

Sólo alguien como el virtuoso Sirk podría haber logrado esta gran historia de amor envuelta en la peor de las guerras con tanta elegancia y distinción, atributos, por cierto, que caracterizan al rey de melodrama (título merecido pero corto; no es sólo eso, es un extraordinario director). Nada mejor para ratificar esto que la fantástica cena en el Hotel Germania, donde se dan la mano sutileza y devastación.
He de reconocer que soy un entusiasta de Douglas Sirk y que escribo más desde la admiración que desde la objetividad.

Con la meticulosidad que le caracteriza, Sirk nos sitúa en el frente ruso-alemán en 1944.
Un paisaje nevado, unas durísimas condiciones y unos soldados desmoralizados acusan ya cinco años de guerra. Ernest Graeber (Jean Gabin), tras dos años ininterrumpidos cumpliendo órdenes, recibe al fin, un permiso. Jean Gabin es, posiblemente, uno de los soldados mejor vestidos y con mejor percha, siempre bien peinado y mejor vestido.
El principio tiene un desarrollo tranquilo, con la descripción del ambiente bélico y la vuelta de Gabin a su ciudad natal, hasta que conoce a la chica, y ahí Sirk da rienda suelta a su maestría, como siempre que hay una historia de amor.

Como es habitual, el dominio técnico está presente: los magníficos encuadres y la utilización del color, quizá con tonos más apaciguados que en otras ocasiones, condicionado por un ambiente bélico.

Sirk combina el horror con el amor, la delicadeza con la brutalidad. Es increíble cómo combina estas dos facetas, una sociedad en deconstrucción física y moral, envuelta en una historia de amor de dos personas desamparadas, pero que mantienen estrictos códigos morales, a pesar de la miseria moral que les rodea.
En el imaginario de Sirk caben cosas tan llamativas, como que un cadáver congelado derrame una lágrima.

He de confesar que me sigue gustando enormemente (en realidad, casi toda la filmografía de Sirk), si bien es cierto que no tanto como la primera vez, quizá porque la impresión del final es inolvidable la primera vez.
El final (imposible contar nada, ni siquiera en spoiler), me parece uno de los más impactantes que he visto.
Gabriel Ufa
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