“El libro de Eli” es el perfecto ejemplo de cómo una buena idea se malogra por un defectuoso desarrollo de guión y precaria elaboración de personajes secundarios. No basta sólo con tener una buena idea de partida, en este caso el personaje central. A partir de ahí, todo lo demás resulta bastante hueco y más que trillado.

Desde luego, el contexto en que se desarrolla “El libro de Eli” es poco o nada original, con una aportación nula. Entre el salvajismo de “Mad Max” y la desolación de “La carretera”, los hermanos Hughes dibujan un planeta apocalíptico monocromático (lánguidamente sepia y marrón) poco novedoso a lo que ya hemos visto. Los secundarios son bastante pobres, y el malo está lleno de clichés infantiles (Gary Oldman parece su sombra), siempre en busca del “súmmum”.

Si algo es salvable es, cómo no, Denzel Washington, aunque un actor no hace una película por sí solo cuando todo lo demás falla. Deberá tener mejor intuición el futuro a la hora de escoger proyecto, ya que aquí es también co-productor.
Sin duda, una de las películas más flojas de Denzel Washington.