Estamos ante una de las películas más radicales en cuanto emociones cinematográficas. No hay término medio posible: la amas o la odias.
Película mítica dentro del movimiento francés “novelle vague” (nueva ola); Godard concibe como una personalísima revisión del cine negro americano, con juegos estilísticos imposibles, con clara vocación de ruptura narrativa y vocación de innovar.

Ciudado espectadores acostumbrados a lo clásico.
Mi experiencia: excepto el mareante principio gratuito de intercalado de primeros planos de los rostros del trío protagonista, el ritmo es cansino a no poder más, la narración a trompicones, trio protagonista con el que me cuesta identificarme, diálogos por momentos aburridísimos, innovaciones estilísticas rupturistas anti-espectador , voz en off que saca de quicio, guión raquítico, y así todo. A la chica se la trata a patadas.

El alabado minuto de silencio que corta la escena como un queso qruyere en mitad de la escena, es de lo más anticinematográfico que he visto en mi vida y un desprecio al espectador sin límites que se tira un minuto perdido observando a sus protagonistas quietos, esperando a que Godard reanude la marcha. Esperpéntico.

La descripción de la ciudad, París y sus paisajes, tampoco se hacen nada apetecibles ( se salva la carrera en el Louvre, de lo más destacado de la película ¡algo destacable!). Mira que París es preciosa, pero con este film no dan ganas ni de ir a visitarla. Ni siquiera consigue eso.

Lo mejor: el tono cómico del chapucero robo

Lo peor: Película perfecta para echarte del cine y tirarte de los pelos; pretenciosidad sin límites.