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España España · Almería
Voto de Gabriel Ufa:
8
Comedia. Drama. Thriller En 1937, en plena guerra civil, tropas republicanas irrumpen en un circo, durante el espectáculo, con el objetivo de reclutar a sus empleados para luchar contra las tropas nacionales. Mucho tiempo después, en los últimos años del franquismo, dos payasos (Carlos Areces y Antonio de la Torre) luchan por el amor de una atractiva trapecista (Carolina Bang). (FILMAFFINITY)
18 de diciembre de 2010
58 de 75 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Balada triste de trompeta” es muchas cosas a la vez. Es un obra personalísima de Álex de la Iglesia -quizá por ello prescinde de su guionista habitual, Jorge Guerricaechevarría-, en donde se concentran sus miedos, sus anhelos y sus obsesiones.

Todo arranca en la Guerra Civil Española, en uno de los mejores inicios (títulos de crédito incluídos) de un film español visto en mucho tiempo. Álex nos adelanta ya la crudeza y la violencia de que vamos a ser testigos, en una historia tortuosa, complicada pero muy valientemente filmada. Álex se lanza a tumba abierta y no se esconde nada, con todas sus consecuencias, algo que personalmente alabo en una cinematografía nacional, huérfana ya de Berlanga, en la que apenas destacan autores contemporáneos que trasciendan al gran público (Almodóvar, Amenábar, y a distancia Monzón, Coixet y Balagueró).

“Balada triste de trompeta” es una tragedia (no me atrevo a nombrarla tragicomedia) grotesca, salvaje, iracunda y redentora, en torno al mundo del circo, cuyos protagonistas, Payaso Triste (un atrevido Carlos Areces) y Payaso Tonto ( inconmensurable Antonio de la Torre), hacen reír a los niños con la misma facilidad que arrancan lágrimas a los demás.

El estilo barroco de Álex de la Iglesia es más apreciable que nunca, al servicio del resentimiento patrio. La peli cuenta mucho más de lo que se ve. Está plagada de simbología, de la lucha de las dos Españas irreconciliables. Tan desgarradora es esa lucha que quizá el director de “Muertos de risa” traspasa barreras demasiado transgresoras. Lo excesivo se hace omnipresente (ultraviolencia, salvajismo, desnudos, incluso un final a lo Hitchcock).

A pesar de sus imperfecciones, de su continua bipolaridad, de la mezcla de lo grotesco y lo excesivo - el auténtico ADN del film-, esta balada triste supone una gran obra, personal e intransferible que intenta responder a la pregunta retórica que se hace Álex de la Iglesia: ¿Por qué no nos reconciliamos de una maldita vez?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Gabriel Ufa
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