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Voto de Strhoeimniano:
8
Drama. Romance Un encuentro casual entre Chris y Aurore acaba en una intensa relación de amor. Tienen veinte años de edad y viven una pasión exclusiva. Es una hermosa historia de amor, como lo vemos en las películas. Y un día Aurore descubre que Chris asesina a gente. ¿Seguirá viviendo esa pasión, haciéndose cómplice, o denunciará a la persona que ama por encima de todo? (FILMAFFINITY)
26 de abril de 2013
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El actor Jean-Marc Barr, en colaboración con el guionista Pascal Arnold, nos ofrecen en “American Translation” una historia de amor absoluta. Es cierto que no es la típica historia de amor, así que estamos ante una película no apta para todos los gustos. Aquí no vas a encontrar ni el paisaje ni el paisanaje habitual en estos films, pero sí, desde una coherencia categórica, te harás cómplice de una pareja situada fuera de la normalidad (o de lo que entendemos por tal). Tomando como premisa una serie de estudios entorno a las psicopatías, añade estos apuntes y rasgos a la pareja protagonista dotándolos no de verdad (los hechos que nos cuentan no son reales), pero sí de verismo atroz en cada una de las situaciones que viven en su cruenta singladura: Aurore (Lizzie Brocheré) y Chris (Pierre Perrier). La película está llena de aciertos. El primero de ellos, su encuentro. Aunque en la sipnosis que se ofrece figura como “casual,” la inteligencia de estos autores muestra, dentro de esa casualidad, cómo la rareza, la excepcionalidad de cada uno, es detectada inmediatamente. No hay nada que explique este encuentro, tan solo esa intuición de saber que el otro guarda dentro de sí lo mismo que tú. Desde posiciones contrarias (Aurore es una joven burguesa sin ocupación alguna sostenida por su rico padre, mientras que Chris es un obrero, un buscavidas jugador de póker, que vive en una furgoneta) inician una relación de entrega absoluta. De hecho está muy bien ilustrado la “transferencia” que se produce entre estos dos personajes hasta que los dos son uno. En un inicio, podemos pensar en Aurore como una cómplice pasiva llevada por la adición que tiene por su amor hacia Chris; pero como digo, la simbiosis entre ellos será perfecta compartiendo el mismo gusto. Otro acierto de la película es cómo se produce la entrada de esa rareza que comparten. Lo habitual en la vida es que esa “trastienda oscura” que cada uno de nosotros lleva, permanezca lo más oculta (y a ser posible, domada). En “American Translation” no ocurre así. Chris, sabiendo que ha encontrado al amor de su vida (creencia que ambos comparten), decide que la mejor manera de amarse es mostrarle a su pareja la persona que realmente es. Y esa persona, tan atractiva, guarda en sus entrañas un psicópata que, lejos de ahuyentar a Aurore, termina por atarla de modo irremediable a su amante. De algún modo, el vacío que percibimos en Aurore, es llenado por todo lo que ofrece Chris. Aquí hay que destacar la asombrosa actuación de estos protagonistas. Tanto Lizzie Brocheré y, sobre todo Pierre Perrier, alcanzan una altura asombrosa en sus actuaciones. A esta verdad que ellos transmiten, se suma la que logra la hábil dirección de Barr y Arnold. Imagino que algo tendrá que ver que Barr, como actor, colaborase en varias ocasiones con Lars von Traer. Lo cierto es que, cámara en mano, y sin que resulte mareante, con una planificación sencilla, consiguen un documento honesto sobre estos feroces amantes sin que en ningún momento asome juicio alguno, pues todo lo que se muestra, se enseña desde una desnudez que acerca a los personajes hasta que, como digo, llegas a hacerte cómplice. Hay momentos de una inspiración inmensa. Una de las mejores secuencias es la que ilustra la muerte de un jovencísimo chapero. Generalmente, en el cine las muertes se despachan pronto y a ser posible de un modo espectacular. Esta secuencia, mostrada en sonido directo y sin ningún subrayado musical, la agonía nos es ofrecida en un “tempo” sin elipsis que llega a hacerla insoportable y, por tanto, magistral y reveladora. Otro acierto es acercarse a la pasión de esta pareja desde una franqueza que algunos pueden tildar de pornográfica, pero que dada la crudeza de la película, yo entiendo que es más que necesaria, pues cualquier censura perjudicaría esta pequeña joya. Una joya que seguramente ganará con el paso de los años.
Strhoeimniano
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