Estamos ante la típica película de conspiraciones gubernamentales a las que de, unos tiempos a esta parte, son muy aficionados los guionistas estadounidenses. Como en todas, el protagonista tiene que remover Roma con Santiago para poder demostrar su inocencia y las escenas de acción se repiten a ritmo frenético. Quizá unos se sentirán decepcionados por el final made Yo Soy la Justicia, pero, alejándose de él, hay que reconocer el valor de mostrar cómo la ignorancia de las atrocidades cometidas por los ejércitos por parte de los gobiernos no es en muchos casos más que una artimaña para evadir responsabilidades.
Wahlberg sigue mostrándose hierático ante las cámaras, aunque en esta película esté más o menos justificado. Y es una pena que un gran actor como Danny Glover no encuentre últimamente películas que le permitan demostrar su categoría.
Evidentemente hay que acercarse al filme con la única intención de pasar un rato entretenido y, en ese sentido, la gran mayoría no se sentirá decepcionado