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Voto de Perandones:
10
Drama Un hombre de mediana edad decide suicidarse. Su única preocupación es encontrar a alguien que le ayude y se comprometa a enterrarlo. Esta situación le permite conocer a una gran variedad de personajes. (FILMAFFINITY)
21 de marzo de 2008
28 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Algunas veces, en la vida ocurren cosas maravillosas y una de ellas fue ésta: un buen amigo me dejó, al fin, "el sabor de las cerezas", de Abbas Kiarostami. Esa misma tarde encontré un hueco en mi agenda. A la hora y media, algo había acontecido no demasiado visible por los demás...

Esta película, a mi parecer, es una obra maestra. Y un bellísimo poema sobre la condición humana. La poesía tiene sus lectores: no todos están acostumbrados a dejarse llevar por la magia del verso. Igual ocurre con este poema fílmico. Para disfrutarlo, hay que dejarse llevar, pero de un modo atento. ¿Cómo es el cine de Kiarostami? Temas simples, cotidianos; actores anónimos (para que la brillantina de un nombre conocido no te distraiga del personaje); música casi inexistente: el sonido refleja la fría cotidianidad; composición cuidada pero sin llegar a lo pictórico; ritmo de planos cercano a lo real (algunos lo llaman a eso lentitud exasperante, quizá sin fijarse en su propia diaria existencia); guión algo difuso (como la vida misma), donde el esquema habitual de "planteamiento, nudo y desenlace" no tiene que ser un dogma, y el final es un "sin-final" que incluye en sí todos los finales que queramos (o no).

Aunque sobre "el sabor de las cerezas" se podría hablar horas, condenso en dos apretados comentarios:

1. Un comentario de fondo: a veces, nos creemos superiores a las sociedades orientales islámicas. Para mí (respetando otras perspectivas), tienen una gran ventaja: siguen creyendo en Dios, y eso hace que un valor clarísimo como el esperanza siga teniendo vigencia. Esta película trata, sobre todo, de la esperanza.

2. Por último, un apunte concreto: una de las escenas, a mi juicio, más penetrantes se da cuando el protagonista queda sentado, lleno de polvo, solo, como un trapo, al lado de una excavadora. El paisaje es feísimo, llenos de desmontes, casi lunar: un cementerio inmenso, se podría decir. Le da igual el ruido, las piedras que caen, el plvo que todo lo ensucia. Un obrero le invita a dejar aquel lugar, no comprendiendo que hace ahí. Se trata, quizá, de una tremenda parábola del hombre contemporáneo?

La recomiendo a todos, pero sabiendo lo que van a ver
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Perandones
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