Por el título me imaginé que sería una revisión de aquella película de Bogart que había visto hace tiempo. La de Bogart ya no es una maravilla. Interesante, correcta y poco más. Pues imaginé mal porque poco tienen que ver salvo partir del mismo motín a bordo del USS Caine.

La película con Bogart es cine bélico, en exteriores y con la particularidad de que enlaza con el juicio militar de los hechos que se nos relatan. La película de Friedkin es un procedimental jurídico militar puro y duro, entre cuatro paredes sin ningún exterior. Un consejo de guerra y punto.

Confieso que ni siquiera llegué a acabarla. En parte porque habiendo visto la de Bogart recordaba lo que iba a pasar y no habría sorpresa. En parte porque la película, al no poder oxigenarse con exteriores o recreaciones de los hechos, se convierte en un soberano peñazo de interrogatorios y contrainterrogatorios de acusación y defensa llenos de verborrea, repetición de los hechos y típicos y tópicos giros de películas de juicios. Se acaba volviendo muy cansina y a la hora y media decidí dejar de torturarme.

Tampoco ayudan mucho los actores, bastante conocidos pero que el estilo de la película tampoco deja brillar demasiado, encorsetados en lo que ya de por si no creo que sea algo muy espectacular, si hablamos de un serio, estricto y formal consejo de guerra.

Y luego, en un director de bastante probado oficio, uno de bastante renombre, sorprende el tufo a telefilm cutre de por las tardes, con una fotografía bastante pobre y mediocre y una manera de ser realizada sin ningún brillo, ni nada destacable. Un estilo impersonal, mediocre y que como ya he dicho parece hecha para la televisión.