Arriesgadísimo pase entre líneas por parte de Carlos Vermut, y mas que arriesgado, diría que majara por momentos, aunque increíblemente magnético.

En primer lugar, una película que bajo mi punto de vista encula con una camiseta de toro loco a todas esas tristes propuestas indie que abarrotan la cartelera hoy en día, y que como sabemos, al portar una banderita condecorada en artes y oficios reciben numerosos aplausos y casi ningun abucheo, supongo que también habrá alguno que no recoja matrículas y cargue el cañón basándose en las sensaciones, como debe ser, supongo.

En segundo lugar, seguramente, la película con menos medios y mayores recursos que he visto en los últimos años, convirtiéndose en un arma de doble filo a su vez, excesivamente particular recordando a vídeos de cogorzas subidos en youtube por el escaso y diminuto bául monetario pero de garras afiladas y sabiendo que Ballesteros está ahí, con dos cojones.

Cámara inmovil, primeros planos, actores desconocidos, Diamond Dave lo tiene todo para no seducir, pero el jugo que saca Vermut de todo es encomiable, los actores están francamente portentosos y los diálogos no apestan a cartón pluma, Vermut sabe lo que quiere, y lo consigue, ahora bien, algo tan personal no es para recomendar a la ligera ni para todos los públicos porque intuyo notas muy discordantes en polos opuestos agitando la medalla o firmando lo importante es participar, y mi sensación es que ha conseguido activarme pese a todo decantando la puntuación final, naturalmente.

Si alguien decide probar, recomiendo la no lectura de la sinopsis que suele boicotear sin compasión película tras película.

En estos momentos, me creo que Vermut pueda volar.

Se despide desde el diawhee.

Bernardo, San Bernardo.