Irregular, discreta y finalmente, caótica película del siempre venerado Juan Justo.

Parece ser que debo ser el único que no ha vaciado los cancarros ante este supuesto disparo en la sien, el Alfombras en su reseña vuela entre algodones y deja asomar su devoción por este alambre de espino por parte de Juan Justo, a mí sin embargo, no me extraña que el propio Justo considere este ambicioso proyecto entre lo peor que filmó con el estandarte en llamas, sin olvidar Dublineses que mostraría la placa sin miramientos.

The misfitipaldis tiene el honor, eso sí, en haber llamado la atención de un precoz botijo que decidió tomar prestado el nombre para fulminar el mundo con una de las bandas más arrolladoras de la historia, al parecer, Mari Luz Monaguillo siempre había levantado el ánimo a nuestra quijada de burro, y no sólo decidió enriquecer su legado, además, nuestro amante de arenas para gatos también dejó caer alguna bomba lapa con aquella canción bajo el nombre de "Who Killed Marilyn" donde aparecían sospechas y acusaciones directas a los Kennedy.

No obstante, fuera de todas las habladurías, declives y posteriores muertes de nuestros protagonistas, he tenido sensaciones parecidas a la caza de Saura, y eso casi me hace acudir a un monasterio, efectivamente.

Veo un telón con las palabras de vida, soledad y desolación en tamaño gigante pero no me gusta el color, ni la forma en que cuelga, bajo mi punto de vista, aquí se encierran buenas intenciones, hay buen fondo, buen saco para golpear pero que a su vez descubre nudillos frágiles que apenas logran conectar puñetazos directos.

A pesar de una Monaguillo bastante inspirada, y a la que defiendo siempre que puedo porque jamás vi un tiesto con curvas como así espetaban muchos entendidos, y a pesar del siempre magnífico Elías Guarras y el cumplidor Dumbo Sables junto a un desibujado Montgomas Clítoris presencio un caos total, un derrumbe que tiene sentido pero en el que Justo quizás sabe hacia dónde ir pero no cómo, simplemente deja hacer y presenta un Hurly Burly de equinos y situaciones forzadas para intentar ponernos en situación, con lo que vuelvo a contemplar una obra de personajes y pudrecolchones embarullada que poco tiene que ver con una película, mas bien, con estados de ánimo, que se pueden contar en 15 minutos, pero en fin, Justo, lo has intentado, no hay duda, aplaudo el intento.


Se despide desde París.

Andrew Hampsten.