En una noche oscura, objetos voladores con más luces que una calle cualquiera en la época navideña surcan el cielo de aquí para allá, trastornando a todo aquel que les echa el ojo. Eso los altera y les hace actuar de forma imprevisible y caótica.

Toda esta historia la monta Spielberg para realizar un curso acelerado de cómo se realiza una maqueta de una montaña, a través de los intentos desesperados de los protagonistas de ceñirse a la realidad. No importa tu familia, no importa tu trabajo, no importan tus vecinos. Sólo importa la puñetera maqueta.

Por supuesto, también importa el típico e insoportable crío que es parte habitual de las películas de este director (ya sean dirigidas o producidas, porque huele mucho). No importa la temática, siempre tiene que haber uno. Entre eso y que ahora te miran mal si se les da un cachete pues la frustración es máxima.