Una de los reclamos publicitarios que se han utilizado para colarnos este excremento es decir que se trata de la película más cara del cine español, que ha costado 24 millones de euros. Sí, claro, señor Díaz Yanes, con tal presupuesto se le disparó a usted la creatividad y el talento y nos ha obsequiado con una obra cinematográfica que colocaremos, orgullosos, en un lugar destacado de nuestra videoteca. Por ejemplo al lado de El Padrino, ¿le parece?

Vamos a ver, lo primero es comentar que por mucho que intento razonarlo, no consigo entender donde han ido a parar esos 24 millones de euros. Yo creo que este tío tiene guardados 23 debajo del colchón y la película la hizo con 1.

La realización es penosa, el abuso de los primeros planos es insultante, las batallas dan pena. El guión es confuso, no hay una línea argumental sólida y que enganche al espectador, las secuencias no tienen continuidad unas con otras...

Y bueno, lo de los actores es ya para echarse a llorar, o mejor dicho, para echarse a reir, porque ver, por ejemplo, a Javier Cámara haciendo de Conde Duque de Olivares no puede provocar otra cosa que carcajadas. Yo la he visto en mi casa, pero me imagino que en el cine la gente se tuvo que partir de risa.

Eduardo Noriega, simplemente patético, como es habitual en él (¿alguien opina sinceramente que este tío sabe interpretar?). Lo de Ariadna Gil es difícil de explicar, es como si la chica estuviera mal de la cabeza, actúa como si estuviera haciendo un anuncio de televisión o algo así.

Lo de Blanca portillo haciendo de Bocanegra es como de cachondeo y hace dudar al telespectador sobre la salud mental del director. Viggo Mortensen no actúa demasiado mal, pero su voz destroza al personaje. Juan Echanove sí está correcto.

Para terminar, decir que ejemplos como este deberían bastar para cerrar la boca a los cuatro gatos que defienden el cine español y pretenden ponerlo al mismo nivel que el americano, o incluso por encima.