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Voto de Benjamín Reyes:
6
Drama Un cuento moderno sobre la obsesión por la popularidad. Stafford Weiss es terapeuta y escribe libros de autoayuda. Tiene una mujer sobreprotectora, un hijo antigua estrella de la TV en rehabilitación y una hija que acaba de salir del psiquiátrico. La principal cliente de Stafford es una famosa actriz, a punto de interpretar el papel que hizo su madre en los años 60. (FILMAFFINITY)
15 de marzo de 2015
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El David Cronenberg del siglo XXI, tras encadenar tres excelsos títulos como “Spider” (2002), “Una historia de violencia” (2005) y “Promesas del Este” (2007), ha engarzado otra secuencia de tres filmes interesantes, pero que pierden en la inevitable comparación con la primera tríada mencionada. “Un método peligroso” (2011), “Cosmópolis” (2012) y esta “Maps to the Stars” (2014), que nos atañe, son largometrajes menores en la singular filmografía del cineasta canadiense, que incluye películas de culto como “Videodrome” (1982) o “El almuerzo desnudo” (1991).
Si en “Cosmópolis” daba su particular visión de la actual situación económica en “Maps to the Stars”, junto a su habitual guionista, Bruce Wagner, se adentra en el lado tenebroso del “star system” de Hollywood. La trama está protagonizada por una madura actriz de cine que vive atormentada por el fantasma de su madre, una intérprete de renombre en la década de los 70. Su juventud se ha desvanecido en un universo hollywoodense donde prima la apariencia por encima de todo. Rol encarnado por una espléndida Julianne Moore, que se alzó con los galardones de mejor actriz en los festivales de Cannes y Sitges 2014 por un papel diametralmente opuesto a que le ha valido el Oscar por “Siempre Alice”.
El vitriólico retrato se completa con un aspirante a actor que conduce limusinas, interpretado por el circunspecto Robert Pattinson (que repite con el director canadiense tras “Cosmópolis”); un terapeuta de estrellas (John Cusack), padre de dos hijos inestables: una estrella infantil con ecos resonantes de Macaulay Culkin (Evan Bird) y una pirómana con la cara a lo Scarface (Mia Wasikowska). Este último es un personaje fuera de lugar en el reino de la perfección estética que lleva a estrellas como Renée Zellweger, Nicole Kidman o Mickey Rourke a demacrarse su cara hasta el punto de ser irreconocibles.
“Maps to the Stars” está más cerca de “Inland Empire” (2006), de David Lynch que de “Celebrity” (1998), de Woody Allen. La desacralización del cine (elocuente es la secuencia en la que vemos a tiro de piedra las famosas letras blancas de Hollywood como solo un conjunto de letras sobre una burda montaña) ya conoce títulos totémicos en la historia del séptimo arte como los son “Cautivos del mal” (1952), de Vincente Minnelli o “La noche americana” (1973), de François Truffaut. Lo que distingue a Cronenberg de sus predecesores es su peculiar visión, una descarnada y nada halagüeña mirada a las tripas del celuloide, que incluye frases como: “Los actores son personas que no se despegan del espejo cada mañana” o secuencias como la de la estrella en el váter defecando o cohabitando en la parte trasera de un coche solo para volver a sentirse deseada (alejadas de su pretendida imagen glamurosa). Todo está sazonado con un peculiar sentido del humor, que incluye la presencia de Carrie Fisher (sí, la princesa Leia de “La guerra de las galaxias”, 1977), alusiones a la Cienciología, al Dalai Lama o la referencia a “El sexto sentido” (1999), de M. Night Shyamalan.
Cronenberg es sin lugar a dudas uno de los cineastas más personales del cine contemporáneo, pero atrás quedaron los años de “Vinieron de dentro de…” (1975) o “Scanners” (1981), cintas protagonizadas por otro tipo de seres repulsivos. Con el tiempo su cine se ha estilizado y ha ganado en elegancia. Lo que permanece inmutable es su fascinación por el lado más sórdido de la condición humana.
Benjamín Reyes
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