Drama irónico con el muy recurrido argumento de lavados de cerebro, reprogramación de la personalidad y de los recuerdos que configuran la identidad. Se mezclan lo onírico y lo real, el pasado y el presente, los deseos y las ilusiones con la frustrante actualidad. La gracia es que la tecnología que se usa para tal cometido y los "científicos" que la manejan, aparentan bastante chapuceros y grotescos. Lo bueno es que ningún recurso puede vencer la libertad del pensamiento humano y su arbitrariedad. El mundo de los sueños es incontrolable y la voluntad, impredecible. La película sería una más de ciencia ficción trágico burlesca si no fuera por la dinámica de los acontecimientos que se suceden, la sensual Kate Winslet y la irredimible vis cómica de Jim Carrey. Con estos elementos jamás aflora el aburrimiento.