Esta es la quinta entrega de la saga de "Misión Imposible" protagonizada por el incombustible Tom Cruise. El argumento no ofrece demasiadas sorpresas. Las absurdas maquinaciones de un estado dentro de otro estado y de un sector incontrolado oculto paranoico, manejado no se sabe por quien, son moneda común en el género de espías post guerra fría. La película tiene algunas virtudes. La secuencia de la trama de un atentado en un teatro mientras se representa una ópera es memorable. Evoca al Hitchcock de "El hombre que sabía demasiado". Algunas persecuciones están muy bien rodadas. Por lo demás, en general, la acción es excesiva. Demasiados malabarismos en escenarios imposibles y demasiado metraje innecesario. Es una lástima porque se malogra un film que hubiera podido ser mejor de lo que es. Eso sí, como siempre de fondo, la inolvidable sintonía musical de Lalo Schifrin, readaptada para gran orquesta.