Es muy loable el esfuerzo para sensibilizar a la gente de la necesidad de respetar y conservar a las especies de animales, en especial los que están al borde de la extinción. Otra cosa es que una película sobre este tema resulte cinematográfica y sea algo más que un simple documental. Mia y el león blanco tiene algo de film denuncia. Hay que reconocer que rodar una historia con argumento zoológico tiene su mérito. Las secuencias no son fáciles. La producción tiene muchos antecedentes, como "Nacida libre" (1966), "Gorilas en la niebla" (1988), "Mi amigo Flipper" (1963), "Liberad a Willy" (1993) o "Agua para elefantes" (2011). En este caso, exceptuando las secuencias con la fauna, la realización deja mucho que desear. Los actores no convencen. La trama es previsible, sin llegar a la cursilería apastelada. El león salva la obra.