Pierce Brosnan es un actor irregular que ha tenido que llegar a la madurez para hacer buenos papeles. Esto sucede en muchos casos. En esta película no es así. Tampoco le ayuda el endeble guion. Su personaje es deplorable. No es creíble que un mediocre profesor de literatura de aspecto descuidado y moral más que dudosa, egoísta y manipulador, resulte ser un seductor sin escrúpulos que encandila a sus alumnas y a su ex cuñada. Y por si fuera poco, maltrata a su padre (merecidamente o no), ya enfermo terminal, con frases como que el mejor favor que puede hacer es morirse, olvidando que fue de él de quien heredó el oficio. Un mensaje de una catadura humana tan baja no debería ni de presentarse en las carteleras. Demasiados cabos sueltos. De la alumna embarazada, no se vuelve a saber más, después de liarse con la hermana de su ex mujer, persona igualmente posesiva y egoísta. En el film no se salva nadie. Las actrices se limitan a cumplir. Su encanto personal es el único aliciente. La película es patética. No hace nada de gracia. Más bien da ganas de llorar de lo irritante que llega ser.