Por: John Harold Giraldo Herrera
Ver una película animada es una experiencia más que divertida, sobre todo cuando esta viene repleta no sólo de personajes fuera de lo común sino con una carga emotiva sin necesidad de melodramatizar y con un mensaje no tan moralista, eso la convierte en más atractiva y, así es la nueva película de los creadores de la Era del Hielo, Robots y otras, ahora han llegado con Río. Tiene un ingrediente adicional, el sabor y la pasión de esa magia del carnaval de Río de Janeiro. Algo que hace que el espectador sienta un deseo de saltar para hacer parte de la fiesta. Pero esa se detiene mientras en la pantalla aparece la historia de una guacamaya azul raptada desde esa frondosa, exótica y diversa localidad de Río, donde además del esplendor de la naturaleza como llamativo, sino el aire de festividad de sus gentes. Parece que el carnaval queda aplazado para el final de la película.

Río no es otra película para hacer denuncia sobre la trata de animales exóticos, que si bien sirve para ese cometido, resulta más elocuente el cambio de posicionamiento: el hecho de ver a los estadounidenses con esas ansias de tener mascotas, a las que sin duda no les dicen así sino compañía, como se logra ver a Linda la propietaria de Blu, la guacamaya que llegó a Minnesota, en donde consiguió por casualidad un “hogar” al lado de una niña que prometió cuidarla hasta siempre. También que haya sido elegido un lugar paradisiaco del sur, Brasil, y que en lugar de extasiar con un mensaje esta vez se haya dado lugar para los colores, porque Río es un filme para tener una dosis de variopintas en la pantalla. Al paso que la música es exquisita: una sobre carga de bossa nova y una que otra canción de baladas norteamericanas.

La historia puede resumirse así: la guacamaya azul –única en el mundo- se encuentra en vía de extinción, ha sido traficada y alguien tiene un ejemplar, un experto en aves de Brasil lo busca para llevarlo a que tenga críos en cautiverio con Perla, Linda quien tiene a Blu se resiste, pero finalmente viaja a Brasil, Blu tiene un defecto: fue humanizado, cuenta con más racionalidad para actuar, por tanto no sabe volar y hasta le tiene miedo intentarlo. En cambio Perla es agresiva, su ímpetu la hace notar como la más fuerte, pero igual está encarcelada, el uno ama su jaula, la otra quiere escapar. Alterno va la otra pareja, Linda es una amante de los libros pero decidida, el experto en aves –Tulio- es cauto y resignado. Ambas parejas vivirán el encanto de los afectos y cada una se podrá transformar en la otra.

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