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Voto de John Giraldo:
9
6,8
58.898
Intriga. Thriller
Después de ser secuestrado, Paul Conroy (Ryan Reynolds), contratista civil en Irak, se despierta enterrado vivo en un viejo ataúd de madera, sin más recursos que un teléfono móvil y un mechero. El teléfono podría ser el único medio que lo salvara de esa mortal pesadilla, pero la precariedad de la cobertura y la escasa batería parecen obstáculos insuperables en su lucha contra el tiempo: sólo dispone de 90 minutos para ser rescatado ... [+]
28 de julio de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por: John Harold Giraldo Herrera
[email protected]
Si ir al cine es estar prestos para ser manipulados por un filme y esperar que esa manipulación desemboque en risa, misterio, tragedia, sensibilización, llanto, euforia, un poco de racionalidad, aventuras, dramas, en fin, toda esa gama de posibilidades motivadas al ver una película, resulta un ejercicio de suspenso en extremo y casi un agobio al punto de la asfixia ver Enterrado. Pocas películas logran con tan mínimos recursos atar al espectador a la butaca. Se trata de una película española, la cual recrea el drama de un contratista estadounidense en Irak, quien es secuestrado y enterrado en un ataúd por sus captores. Hay poca luz, y cuando el espacio luminoso aparece es para mostrar con unos ángulos bien manejados las agonías del que ha sido enterrado vivo.
Toda la película es un encierro para el espectador. Con efectos de iluminación deslumbrantes, con un guión excepcional y con una historia para poner los pelos de punta, este largometraje bien puede inscribirse en una categoría: el claustrophobic movie, o el cine de claustrofobia. ¿Cuántas palpitaciones vive-sufre un espectador cuando se encuentra encerrado en una sala y más aún cuando lo observado es otro encierro? Las tensiones desatadas son múltiples, el terror se instala, el deseo por saber cómo va a terminar es una obligación. Una película con un solo personaje en escena Paul Conroy, un espacio único, sin flash backs, es plana, lineal pero imposible de dejar verla cuando se empieza, no apta para quien sus pulsaciones puedan exacerbarse.
La claustrofobia es el miedo a estar encerrados pero más que ello a saber que las consecuencias pueden ser nefastas. Ser libres es un premio innegable. Ahora, cuando uno se expone a películas tan dramáticas lo principal desde lo técnico y lo visual es que sean creíbles, y pocas situaciones en la película nos alejan de esa idea. Son 90 minutos todos para tener tensiones, asirse de cualquier lado y experimentar el alborote de las sensaciones de claustrofobia así no se padezca de ese síndrome. La salida es esperar a que se acabe y volver a respirar de modo tranquilo si no es que la película se sigue rodando en el espectador luego de haber salido de la sala.
Sigo en spoiler
[email protected]
Si ir al cine es estar prestos para ser manipulados por un filme y esperar que esa manipulación desemboque en risa, misterio, tragedia, sensibilización, llanto, euforia, un poco de racionalidad, aventuras, dramas, en fin, toda esa gama de posibilidades motivadas al ver una película, resulta un ejercicio de suspenso en extremo y casi un agobio al punto de la asfixia ver Enterrado. Pocas películas logran con tan mínimos recursos atar al espectador a la butaca. Se trata de una película española, la cual recrea el drama de un contratista estadounidense en Irak, quien es secuestrado y enterrado en un ataúd por sus captores. Hay poca luz, y cuando el espacio luminoso aparece es para mostrar con unos ángulos bien manejados las agonías del que ha sido enterrado vivo.
Toda la película es un encierro para el espectador. Con efectos de iluminación deslumbrantes, con un guión excepcional y con una historia para poner los pelos de punta, este largometraje bien puede inscribirse en una categoría: el claustrophobic movie, o el cine de claustrofobia. ¿Cuántas palpitaciones vive-sufre un espectador cuando se encuentra encerrado en una sala y más aún cuando lo observado es otro encierro? Las tensiones desatadas son múltiples, el terror se instala, el deseo por saber cómo va a terminar es una obligación. Una película con un solo personaje en escena Paul Conroy, un espacio único, sin flash backs, es plana, lineal pero imposible de dejar verla cuando se empieza, no apta para quien sus pulsaciones puedan exacerbarse.
La claustrofobia es el miedo a estar encerrados pero más que ello a saber que las consecuencias pueden ser nefastas. Ser libres es un premio innegable. Ahora, cuando uno se expone a películas tan dramáticas lo principal desde lo técnico y lo visual es que sean creíbles, y pocas situaciones en la película nos alejan de esa idea. Son 90 minutos todos para tener tensiones, asirse de cualquier lado y experimentar el alborote de las sensaciones de claustrofobia así no se padezca de ese síndrome. La salida es esperar a que se acabe y volver a respirar de modo tranquilo si no es que la película se sigue rodando en el espectador luego de haber salido de la sala.
Sigo en spoiler
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El director es el español Rodrigo Cortés, quien en el Festival de Sundance en el 2010 causó admiración y obtuvo tres premios Goyas –Guión Original, montaje y sonido- y luego de estrenar su película ha obtenido el reconocimiento mayor: el del público. Al ser de cine español las formas de resolver la historia impiden recorrer el camino del cine hollywoodense cuando narra el conflicto de Irak: los gringos no son los salvadores. Aunque bien puede decirse que las pretensiones de Enterrado no son las de contextualizar una visión sobre la situación política del país asiático, pueden deducirse, pero lo sustancial es mostrar una de las más grandes confinaciones: las de un ser en apuros por estar al borde de colapsar. El actor quien representa a Paul Conroy es Ryand Reynolds, se conoce por actuar en películas de los X-men (2009), Blade: Trinity (2004), entre muchas más, incluida una saga de terror llamada The Amityville Horror (2005).
Alfred Hitchcock es el maestro del suspenso, y gracias a él se instauró un pico en el cine. Con Enterrado ese tipo de angustias padecidas por el espectador se recuperan. No hay duda en congraciarse con películas que te retuercen porque manejan muy bien el efecto de reventar al espectador. Desde la primera escena de la película uno está conectado, la luz escasa hace que uno busque un respiro, sin embargo, de inmediato ocurren hechos que mantienen la atención del público. Paul intentará sobrevivir con un celular y un encendedor en un ataúd, sus captores se encuentran decididos a todo, y él como contratista se ve obligado en intentar sostener su vida. El desenlace no es el esperado.
El cine es una caja siniestra, una donde las proyecciones del sujeto quedan en evidencia. El cine es un lugar a oscuras donde el espectador convalida, desaprueba, se ve en la pantalla y refleja en ella sus ilusiones, al encontrarse encerrado y experimentar la claustrofobia pueden desvanecerse. Al ver Enterrado hay que declarar que el cine nos hace padecer de un encierro doble.
Ver más en: www.latarde.com/blogs/elgranojo
Alfred Hitchcock es el maestro del suspenso, y gracias a él se instauró un pico en el cine. Con Enterrado ese tipo de angustias padecidas por el espectador se recuperan. No hay duda en congraciarse con películas que te retuercen porque manejan muy bien el efecto de reventar al espectador. Desde la primera escena de la película uno está conectado, la luz escasa hace que uno busque un respiro, sin embargo, de inmediato ocurren hechos que mantienen la atención del público. Paul intentará sobrevivir con un celular y un encendedor en un ataúd, sus captores se encuentran decididos a todo, y él como contratista se ve obligado en intentar sostener su vida. El desenlace no es el esperado.
El cine es una caja siniestra, una donde las proyecciones del sujeto quedan en evidencia. El cine es un lugar a oscuras donde el espectador convalida, desaprueba, se ve en la pantalla y refleja en ella sus ilusiones, al encontrarse encerrado y experimentar la claustrofobia pueden desvanecerse. Al ver Enterrado hay que declarar que el cine nos hace padecer de un encierro doble.
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