Courtney Hunt convence con su ópera prima con este drama de tierras gélidas, almas perdidas y esperanzas vitales. Filma con una factura gris y apagada la lucha por la supervivencia de dos seres que a los que el destino ha situado en la casi obligación de aceptar un trabajo arriesgado e ilegal para tratar de salir de una situación económica complicada.

Destaca por encima de todo el trabajo de Melissa Leo en el papel de madre abnegada. Bien secundada por su compañera de reparto, Misty Upham, convierten sus duelos interpretativos en los momentos más brillantes del film. Sus diálogos, a veces secos y ásperos, respiran autenticidad. Una dureza emocional que tiene en el marco físico donde se desarrolla la historia su más fiel reflejo. De esta manera, la frontera entre Canadá y los Estados Unidos, un rio helado por el que pueden transitar automóviles cargados de inmigrantes ilegales, se convierte en una hábil metáfora de la vida de estas dos perdedoras que no se resignan a aceptar un futuro que por momentos parece resquebrajarse como el hielo bajo el peso los coches.

La película funciona bien cuando busca la emotividad y se aproxima al retrato psicológico de los dos personajes principales, y solo patina un poco cuando realiza alguna aproximación al thriller. Ningún escollo insalvable para preveer en esta nueva directora una interesante carrera al nivel exhibido en su primera obra.