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Voto de Pedroanclamar:
5
Drama Thomas, un pastor protestante que celebra los oficios religiosos con la iglesia casi vacía, es un hombre solitario que sufre una profunda crisis espiritual y cuya vida carece de sentido. Incluso el amor que le profesa la maestra Marta se ha vuelto para él una carga insoportable. Su situación se agrava al verse incapaz de ofrecer ayuda alguna a una pareja de campesinos que acuden a él para pedirle consejo. (FILMAFFINITY)
21 de junio de 2022
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Tengo la necesidad, en virtud de lo justo, de declarar que soy un amante del cine de Bergman. Cómo no quedar pasmado de admiración ante El séptimo sello (1956), película que siete años antes de Los Comulgantes filmara el cineasta sueco, cómo no sorprenderse ante la virtud fílmica de Fresas Salvajes, de 1957; cómo no estremecerse ante la fuerza dramática y dinámica de Como en un espejo (1961); y cómo no agradecer la belleza de Fanny y Alexander, la última película connotada de Bergman, en la que nos muestra el mundo de la infancia como pocas veces lo había hecho.
Dicho esto, aclamando y loando al autor sueco y posicionándolo dentro de mis cineastas favoritos, estimo que Los Comulgantes no tiene el peso fílmico que uno esperaba encontrar en un director que había dirigido, y dirigirá, las notables películas arriba citadas.
Me explico. El personaje protagónico, entendiendo que se quiso hacer de él un tipo depresivo y cioranescamente melancólico y existencialista, es parco, unidimensional y sin peso dramático, rallando en la inverosimilitud. ¿Es esto completa responsabilidad de Gunnar Bjornstrand, que tantas satisfacciones nos ha dado a los espectadores de las películas de Bergman en las que ha actuado? No, es también responsabilidad de la dirección y de la creación de su personaje. El nivel de oscura angustia, de flagrante impiedad para con Marta y de completa falta de amor y vocación para con su labor eclesial, no logra desembarazarse de la caricatura, es un personaje sin matices, llevado a la sobreinterpretación dramática de la angustia. Sólo por exponer un par de contrastes: veamos al personaje secundario, Algot, qué bien logrado y que con pocas intervenciones revitaliza, sin ser carismático ni imprudente, un panorama escénico y dramático somnoliento y sombrío; echemos un vistazo a Fredrik, el organista, que al hablar con Marta, desenfadado, cercano, familiar, pero algo confianzudo e imprudente, dota a la película de un peso dramático que se agradece.
Marta, interpretada por Ingrid Thulin, si bien acompañando a Tomas en su angustia, en su melancolía, en su desesperación, le deja al espectador la sensación de un personaje que alimenta y se retroalimenta en su angustia con Tomas, es bastante más dinámica y verosímil: llora, se desespera, emite pequeñas pero perceptibles risas irónicas y se expresa con vigor con sus miradas.
El escueto desarrollo de la película, así como su brevedad, no permitieron darle mayor consistencia a los personajes interpretados por Max Von Sydow y Gunnel Lindblom, que resultaron algo flojos para expresar la desesperación de la angustia o la triste apatía, el primero, y la aflicción por la muerte de su esposo, la segunda.
Ahora, en relación al argumento, no sé hasta que punto era relevante, o prudente, incluso, hacer un pastor del personaje principal. No tengo la seguridad si sea del todo inverosímil el retrato del pastor de esta manera. Tomas señala que su inserción a la vida eclesial fue idea de sus padres, pero el pathos y la fe que genera la creencia, la fuerza y la convicción de la práctica religiosa cuando se transmite a una comunidad de la que se forma parte, pareciera ser transversal en los religiosos católicos, más aún cuando hacen misas. Lo sé, antes Tomas, como dijera Fredrik, llenaba la iglesia, antes de que falleciera su esposa. Uno, como espectador, hubiera agradecido que hubiera un pequeño flashback que nos mostrara ese Tomas contento, inmerso en su vida religiosa y conyugal, alegre junto a su mujer, y así poder apreciar los matices de un personaje caricaturescamente apagadísimo.
Cabe destacar, positivamente, los personajes Algot y Fredrik, que con sus pocas intervenciones fueron capaces de darle una pequeña sustancia de dinamismo a la película: expresivos, sin ser alegres; curiosos, sin ser eufóricos. cabe también, destacar, un par de diálogos, el de Marta y Tomas en la casa de ella, con una potente interpretación por parte de Thulin, y el de Algot y Tomas en la salita de la iglesia, en la que las inquietudes religiosas del primero dejan en verguenza las inquietudes religiosas del segundo.
Pedroanclamar
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