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Voto de Benito Bercimuelles:
8
Terror. Drama. Fantástico. Romance Oskar, un tímido niño de doce años, que es acosado en el colegio por sus compañeros, se hace amigo de Eli, una misteriosa vecina de su edad, cuya llegada al barrio coincide con una serie de inexplicables muertes. A pesar de que Oskar sospecha que Eli es un vampiro, intenta que su amistad esté por encima de su miedo. (FILMAFFINITY)
4 de mayo de 2009
285 de 331 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque pueda parecer que la película narra la relación de amistad o amor entre una niña vampiro y un niño humano, nada más lejos de la realidad. La película nos narra el terrorífico proceso de conversión de un niño en uno de los personajes más siniestros y repugnantes de las historias de vampiros.
Efectivamente, “Déjame entrar”, del director Tomas Alfredson, nos cuenta como un pequeño de 12 años, vejado por los matones del colegio, con una madre ausente y un padre alcohólico, sin amigos, cae bajo la influencia de una pequeña vampiresa y es manipulado hasta convertirse en el fiel sirviente que estos satánicos seres necesitan para sobrevivir.
El niño, Oscar, vive en un ambiente en el que las relaciones comunitarias han quedado degradadas hasta casi desaparecer. El único residuo comunitario aparece en la película en forma de grupo de borrachos que, a la postre, se verá en la tesitura de tomar partido contra el mal diabólico que se ha instalado en los islotes de hormigón y acero que surgen entre la nieve. Reflejo, por cierto, de una sociedad moderna e industrializada y, por tanto, casi deshumanizada. La falta de asideros comunitarios será decisiva para que el pequeño Oscar caiga seducido bajo la aparente dulzura y sincera amistad de lo que en realidad es un monstruo egoísta y cruel, un no-muerto chupasangre de la peor clase.
La habilidad del director estriba en componer una historia de seducción antinatural de una manera tan eficiente que el espectador puede llegar a caer en la propia trampa del monstruo, creyendo que lo que contempla es la historia de amor o amistad entre dos niños, uno humano y otro vampiro, y llegando a tomar partido por la misma, en contra del resto de seres humanos que caen víctimas del perverso ser. La mayoría de las críticas e interpretaciones van precisamente por ese terreno. Si bien a ello, evidentemente, ayuda la degeneración en la que han caído la mayoría de los personajes humanos que aparecen en la película, en especial el grupo de vecinos borrachos y los matones del colegio. Sin embargo, esos personajes quedan siempre en mejor posición si los comparamos con la otra pata de la historia, la del sirviente adulto, viejo ya, y por tanto inútil a los intereses de la vampiresa, que sirve de contrapunto al personaje del niño, pues en eso mismo, Oscar, acabará convirtiéndose.
Puede que las abundantes interpretaciones sobre la bondad de ese presunto amor antinatural o prohibido tengan que ver con cierto clima imperante en nuestras sociedades de comprensión del otro, de aceptación de lo aberrante, de moral relativista.
En general "Déjame entrar" habrá de figurar entre las grandes películas de vampiros, pues el enfoque que realiza sobre uno de los personajes principales de estas historias, con frecuencia pasado por alto, supone una vuelta de tuerca al mito expresada con rotundidad e inteligencia.
Benito Bercimuelles
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