Ayer volví a ver esta maravilla de nuevo. La última vez que la vi debía de tener yo un día de morros torcidos por que ayer volvió a subir el peldaño que bajó entonces. Y así es la vida. Un día subes el escalón que bajaste el anterior, y viceversa. Pero en algún punto se pierde el equilibrio de todo este asunto, gracias a Bon Scott, por que si no otearíamos siempre el horizonte desde el mismo ángulo, y eso sería duro. Aunque en Suecia puede que no opinen lo mismo. Un país no ve nacer a un tipo como Bergman y se queda tan ancho. Que allí las sogas, las cuchillas y los áticos no pierdan auge parece lógico, desde este punto de vista. Por lo demás y como curiosidad, al hilo de la fascinante biografía de Huston que estoy despachando, comentar que John Huston obligó a Walter Huston, por puro placer, a repetir 30 veces el cameo en el que este último muere portando el dichoso pájaro negro a la entrada de la oficina de Killer, y que la celebérrima frase que cierra esta gozada, la consabida "del material con que se forjan los sueños", no venía incluida en el libro de Hammett, ni en el guión de Huston. La autoría pertenece.... al puto Golfo. Qué grande era Usaín. Y qué grande era Huston.
Uno de los mejores debuts de la historia del cine, el mismo año, además, en el que también debutó Welles. Menudo año de debuts. Y el Oscar se lo llevó Ford por Qué Verde Era Mi Valle, lo cual puede llegar a parecer una insensatez pero lo cierto es que no lo es tanto. Menudas cosechas, las de aquellos años.
A ver si la semana que viene me dejo caer por una sala a ver los bastardos de marras que tanta controversia están levantando por aquí. Yo tengo buenas vibraciones, la verdad.
Y ninguna soga por casa.