Si hace unos años me hubieran dicho que tenía que tragarme una película de tres horas sobre mafiosos, seguramente habría dejado pasar la oportunidad. Por suerte, y con un paladar cinematográfico más depurado, le he dado una oportunidad a Casino y Scorsese me ha demostrado cómo se dirige una película.

Tres horas de pura atracción. De un tratamiento de los personajes meticuloso, hasta las últimas consecuencias. De una banda sonora magistral y de un guión del que se podrían hacer series hasta copar la HBO. Pero sobre todo, de un conjunto de interpretaciones como pocas veces se ha visto en una película: una Sharon Stone brillantísima de principio a fin, un Joe Pesci que -por natural- ni siquiera parece que actúe y un De Niro en otra de sus clásicas lecciones sobre cómo hay que actuar.

Pero detrás del talento de estos grandes se advierte la mano de Scorsese, que parece impregnar todos y cada uno de los aspectos de la película. Y es que lo puedes casi palpar en cada toma, en cada "corten", en cada paseo de la cámara en su acompañamiento a los personajes.

Un auténtico hito en la historia del cine negro que sin duda se codea en el Olimpo de las grandes con El Padrino. Y eso ya es decir.