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Voto de Laura:
7
5,8
16.257
Thriller. Drama
Joe (Joaquin Phoenix), ex marine y antiguo veterano de guerra, es un tipo solitario que dedica su tiempo a intentar salvar a mujeres que son explotadas sexualmente. No se permite ni amigos ni amantes y se gana la vida rescatando jóvenes de las garras de los tratantes de blancas. Un día recibe la llamada de un político porque su hija ha sido secuestrada. (FILMAFFINITY)
27 de enero de 2018
16 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una época en la que los thrillers causan furor, llega En realidad nunca estuviste aquí (Lynne Ramsay, 2017), una historia centrada en Joe (Joaquin Phoenix) un ser solitario y torturado que se dedica a rescatar a mujeres, al tiempo que descarga toda su tremenda violencia. Joe es el típico antihéroe de la posmodernidad, que lleva una existencia plana y que malvive en un estado de letargo, en el que, siguiendo el título que da nombre a la película, está y al mismo tiempo no está. Un hombre de vida gris y metódica, que se arrastra por la vida, sin temor al final y sabiendo que éste le espera pronto, pero que tras el encargo de un senador, verá como su vida da un vuelco. Joe es un tipo aplicado y con muchos encargos, por ello un importante senador le encarga la tarea de rescatar a su hija pequeña que ha sido secuestrada. Joe hace el trabajo sin inmutarse, pero cuando la niña y él mismo parecen a salvo, todo se retuerce y estalla, literalmente sobre su cabeza, iniciándose un viaje hacia los infiernos. Viaje que Ramsey trasmitirá desde un formalismo que, para bien o para mal, tiene un carácter muy personal y original. Una estética de lo feo (que queda muy bien reflejada en el arma que utiliza Joe, un simple martillo de dieciocho dólares y no una refinada arma de fuego), depurada con una música electrónica desasosegante, que inunda al personaje cada vez que se encara con el exterior, con el mundo al fin y al cabo, y que nos hace pensar si el mundo cada vez se está convirtiendo en un lugar menos amable y más amenazante (por lo menos para Joe lo es). Además destacan la abundancia de primeros planos, para lucimiento de Phoenix y disfrute del espectador, los flashaback, que seguramente sean su punto flaco ya que no contribuyen a aclarar las cosas y una puesta en escena basada en dos vertientes muy claras. Por un lado, la muestra de la violencia explícita y directa y por el otro, la abundancia de planos con una violencia en fuera de plano (están muy bien utilizados los planos de las cámaras de vigilancia por ejemplo).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
De modo que volviendo al protagonista de la historia, Joe tendrá que hacer uso de su conocida violencia, para sobrevivir a la situación y volver a poner, definitivamente, a salvo a la niña, pero también tendrá que sufrir la pérdida de los pocos seres con los que convive. El más importante será el de la madre, con la que Joe tiene los únicos momentos distendidos. Una pérdida significativa tras la que Joe, puede que liberado del último amarre que le ligaba a su traumático pasado, logrará soltar el lastre suficiente para salir a flote.
Joe es un tipo asocial que se dedica a solucionar problemas a la sombra. No es el típico héroe de acción, fuerte, que busca el reconocimiento social. Él solventa los problemas, cobra y se mete en su casa sin buscar el halago. En ese sentido puede verse como un tipo con principios, que cree de verdad en lo que hace (salvar a mujeres víctimas de la trata) y que se aparta del heroísmo tan típicamente americano. No es un guapo especialista de cine, con una chupa de piel con un escorpión, que conduce por las noches a toda velocidad, como ocurría en Drive. Joe es un hombre de aspecto moribundo y mente completamente traumatizada, tanto por la guerra que vivió como soldado, como por su infancia junto a un padre violento. Y es aquí cuando aparece uno de los temas que vertebran toda la trama, que es la violencia y más concretamente como esta violencia puede heredarse de generación en generación. Joe convive con continuas alucinaciones (en forma de flashbacks) en las que recuerda momentos de su infancia, marcados por la dolor. Un dolor consecuencia de un padre agresivo que maltrataba a su madre y despreciaba la forma de ser del hijo. Vivencias, todas ellas, acontecidas en un momento crucial para la formación de cualquier ser humano (la niñez), que son definitorias en nuestras vidas como adultos. Al sufrir traumas en la infancia, el ser humano se convierte en un muñeco roto, al que cualquiera puede manipular, instalados en la anhedonia, y alejados de la empatía. Además Joe puede definirse por su violencia, una violencia heredada y aprendida desde la más tierna infancia, con la que parece tener una relación de pura dependencia. Porque Joe es víctima y verdugo. Él mata a martillazos, pero también convive con la carga de no haber podido salvar a su madre de las garras de su padre y de alguna forma se castiga llevando una vida gris, como si quisiera vivir en un mundo paralelo.
Sin duda, el éxito de esta historia recae en la magnífica interpretación de Joaquin Phoenix que se mete, como nadie, en la piel de esta solitaria alma torturada. Nadie mejor que él, para interpretar a este personaje que se siente extraño con todo lo que le rodea y que se mueve continuamente entre lo real y lo onírico. Si bien Phoenix es un experto en roles sufridores e ensimismados, aquí sorprende por su terrible transformación. Desde su pelo largo y grasiento, hasta su barba blanca o su figura fofa y llena de cicatrices. La interpretación de Phoenix es enorme. Consigue dar voz a este tipo, con su mirada huidiza y ambigua, su parquedad extrema o su forma de caminar, que parece más una forma de ir arrastrándose. Es tan sublime su interpretación, que consigue despertar compasión en el espectador, por muy terribles que puedan ser sus instintos. Y eso es difícil, cuando se afronta un rol tan viciado moralmente.
Más en planoamericano.wordpress.com
Joe es un tipo asocial que se dedica a solucionar problemas a la sombra. No es el típico héroe de acción, fuerte, que busca el reconocimiento social. Él solventa los problemas, cobra y se mete en su casa sin buscar el halago. En ese sentido puede verse como un tipo con principios, que cree de verdad en lo que hace (salvar a mujeres víctimas de la trata) y que se aparta del heroísmo tan típicamente americano. No es un guapo especialista de cine, con una chupa de piel con un escorpión, que conduce por las noches a toda velocidad, como ocurría en Drive. Joe es un hombre de aspecto moribundo y mente completamente traumatizada, tanto por la guerra que vivió como soldado, como por su infancia junto a un padre violento. Y es aquí cuando aparece uno de los temas que vertebran toda la trama, que es la violencia y más concretamente como esta violencia puede heredarse de generación en generación. Joe convive con continuas alucinaciones (en forma de flashbacks) en las que recuerda momentos de su infancia, marcados por la dolor. Un dolor consecuencia de un padre agresivo que maltrataba a su madre y despreciaba la forma de ser del hijo. Vivencias, todas ellas, acontecidas en un momento crucial para la formación de cualquier ser humano (la niñez), que son definitorias en nuestras vidas como adultos. Al sufrir traumas en la infancia, el ser humano se convierte en un muñeco roto, al que cualquiera puede manipular, instalados en la anhedonia, y alejados de la empatía. Además Joe puede definirse por su violencia, una violencia heredada y aprendida desde la más tierna infancia, con la que parece tener una relación de pura dependencia. Porque Joe es víctima y verdugo. Él mata a martillazos, pero también convive con la carga de no haber podido salvar a su madre de las garras de su padre y de alguna forma se castiga llevando una vida gris, como si quisiera vivir en un mundo paralelo.
Sin duda, el éxito de esta historia recae en la magnífica interpretación de Joaquin Phoenix que se mete, como nadie, en la piel de esta solitaria alma torturada. Nadie mejor que él, para interpretar a este personaje que se siente extraño con todo lo que le rodea y que se mueve continuamente entre lo real y lo onírico. Si bien Phoenix es un experto en roles sufridores e ensimismados, aquí sorprende por su terrible transformación. Desde su pelo largo y grasiento, hasta su barba blanca o su figura fofa y llena de cicatrices. La interpretación de Phoenix es enorme. Consigue dar voz a este tipo, con su mirada huidiza y ambigua, su parquedad extrema o su forma de caminar, que parece más una forma de ir arrastrándose. Es tan sublime su interpretación, que consigue despertar compasión en el espectador, por muy terribles que puedan ser sus instintos. Y eso es difícil, cuando se afronta un rol tan viciado moralmente.
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