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Voto de Laura:
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Drama
Elizabeth Sloane (Jessica Chastain) es una implacable y ambiciosa lobbista que intenta que fructifique una legislación a favor del control de armas en Washington DC. Para ello intentará usar todos los recursos a su alcance. En las altas esferas del mundo político y empresarial Sloane tiene una reputación formidable. Conocida por su astucia y sus éxitos sin parangón, siempre ha hecho lo que fuera necesario para ganar. Pero cuando se ... [+]
25 de marzo de 2018
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Un lobbista, según las webs de las principales consultoras, es una persona encargada de ofrecer servicios de relaciones institucionales que se basan en “ayudar a cambiar agendas globales,modificar actitudes, forjar imágenes y extender la influencia de organizaciones e ideas”. Si se utiliza un lenguaje más coloquial un lobbista es la persona que utiliza distintas técnicas para influir a legisladores en favor de sus clientes. Esta es la profesión de la protagonista de El caso Sloane (John Madden, 2016). Un trabajo que para la mentalidad Europea es un desconocido, pero que dentro del liberalismo americano no es más que otra profesión. Eso sí, una profesión de moralidad dudosa, en la que Sloane no duda en utilizar técnicas muy agresivas que en ocasiones derivan en el espionaje puro y duro. Aunque la aparentemente infalible posición de Sloane también se verá en serios riesgos.
Elizabeth Sloane es una de las mejores en su trabajo. La empresa para la que trabaja la tiene en un pedestal y sus colaboradores aguantan sus pullitas sin rechistar, sabiéndose delante de una de las lobbistas más infalibles de EE.UU. Sin embargo, cuando acepta un nuevo puesto para ayudar a que salga adelante una ley que endurezca el acceso a las armas, Sloane se verá en vuelta en una lucha de dimensiones bíblicas en la que no saldrá bien parada. Porque está claro que los métodos de Sloane son bastante opacos, pero ¿hasta que punto son necesarios para enfrentarse a uno de los lobbys con más dinero y poder de EE.UU? Seguramente con juego limpio Sloane no podría competir en igualdad de condiciones frente a las élites de Washington que miran más por su beneficio económico que por el bienestar de los ciudadanos. Las técnicas de Sloane no son más que un mal menor para evitar ese mal mayor que supone la corrupción en las esferas de poder.
Elizabeth Sloane es una de las mejores en su trabajo. La empresa para la que trabaja la tiene en un pedestal y sus colaboradores aguantan sus pullitas sin rechistar, sabiéndose delante de una de las lobbistas más infalibles de EE.UU. Sin embargo, cuando acepta un nuevo puesto para ayudar a que salga adelante una ley que endurezca el acceso a las armas, Sloane se verá en vuelta en una lucha de dimensiones bíblicas en la que no saldrá bien parada. Porque está claro que los métodos de Sloane son bastante opacos, pero ¿hasta que punto son necesarios para enfrentarse a uno de los lobbys con más dinero y poder de EE.UU? Seguramente con juego limpio Sloane no podría competir en igualdad de condiciones frente a las élites de Washington que miran más por su beneficio económico que por el bienestar de los ciudadanos. Las técnicas de Sloane no son más que un mal menor para evitar ese mal mayor que supone la corrupción en las esferas de poder.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
En su último discurso frente al tribunal que la juzga, por una infracción administrativa derivada de pagar un viaje a un político, Sloane reconoce que su trabajo no es el más honrado, pero asegura que las élites políticas tienen unos niveles de corrupción muy superiores. Ella al fin y al cabo no es más que un peón de la cadena y son otros los que son untados con mordidas para seguir calentando los sillones del Senado.
El papel de Sloane es muy interesante por varios motivos. En primer lugar, cumple con dos de los rasgos que siempre se asocian a EE.UU: la competitividad y el individualismo. Sloane ha cumplido su sueño americano de llegar a ser una mujer poderosa, con un sueldo más que amplio, pero a base de llevar a la práctica el individualismo y la competitividad más extrema. Además ha tenido que renunciar a su vida personal en pos de su trabajo y ha tenido que adquirir una personalidad implacable y ambiciosa frente a sus compañeros de trabajo. No hay más que ver su forma de vestir, siempre con colores oscuros, sus uñas negras y su pelo extremadamente liso y perfecto para darse cuenta de que Sloane es una mujer inflexible en sus convicciones. Por otro lado, resulta interesante que un papel poderoso e independiente sea interpretado por una mujer. Son muchas las películas de este tipo que son interpretadas por hombres, como por ejemplo ocurría con El lobo de Wall Street, y por ello que aquí sea una mujer la que lleve el mando de la trama es interesante. Aunque Sloane no termina de ser una mujer libre, ya que durante toda la trama arrastra dos puntos débiles que uno no sabe si en caso de ser un hombre serían tan relevantes. Sloane tiene unos graves problemas de insomnio que trata a base de pastillas, muchas veces en cantidades exageradas, y además Sloane mantiene relaciones esporádicas con chicos de compañía. Unas relaciones aparentemente frías, pero que poco a poco se convertirán en sus únicos momentos de flaqueza, hasta el punto de poner en peligro su misión.
Elizabeth Sloane tiene muchas similitudes con el papel que interpretó recientemente Jessica Chastain en Molly`s Game, pero mientras en la cinta de Sorkin se intentaba contextualizar un poco los motivos que llevaban a Molly a actuar como actúa, en El caso Sloane apenas tenemos información de su pasado. Ella reconoce que aceptó el reto de conseguir una legislación para controlar el acceso a las armas por la adrenalina que le suponía alcanzar una de sus mejores victorias, pero no sabemos sus razones. No sabemos qué le hace comportarse como una cínica patológica, obsesionada con el trabajo, ya que tampoco es que se muestre muy feliz. De hecho en más de una ocasión la vemos huyendo de un acto para reponer fuerzas en los baños. Así que aunque en su discurso final admite haberse dado cuenta de que la regulación de las armas era un tema de justicia, seguimos sin saber cual ha sido la razón para que esta lobbista, que nunca ha tenido escrúpulos, empiece a tenerlos y sea capaz de dinamitar su sólida carrera. Mientras que su compañera Esme tiene un motivo claro para luchar por el control de las armas (vivió un tiroteo), Elizabeth parece carecer de pasado. Apenas menciona una vez a su madre y reconoce que no era una buena estudiante en la universidad. Los más poderosos de Washington parecen no ser los más inteligentes. En una secuencia demuestra su total ignorancia sobre Sócrates, al carecer éste de una aplicación práctica. Sloane solo quiere saber lo que le haga ganar y los principios socráticos no son los adecuados para acercarse a la victoria.
Más en planoamericano.wordpress.com
El papel de Sloane es muy interesante por varios motivos. En primer lugar, cumple con dos de los rasgos que siempre se asocian a EE.UU: la competitividad y el individualismo. Sloane ha cumplido su sueño americano de llegar a ser una mujer poderosa, con un sueldo más que amplio, pero a base de llevar a la práctica el individualismo y la competitividad más extrema. Además ha tenido que renunciar a su vida personal en pos de su trabajo y ha tenido que adquirir una personalidad implacable y ambiciosa frente a sus compañeros de trabajo. No hay más que ver su forma de vestir, siempre con colores oscuros, sus uñas negras y su pelo extremadamente liso y perfecto para darse cuenta de que Sloane es una mujer inflexible en sus convicciones. Por otro lado, resulta interesante que un papel poderoso e independiente sea interpretado por una mujer. Son muchas las películas de este tipo que son interpretadas por hombres, como por ejemplo ocurría con El lobo de Wall Street, y por ello que aquí sea una mujer la que lleve el mando de la trama es interesante. Aunque Sloane no termina de ser una mujer libre, ya que durante toda la trama arrastra dos puntos débiles que uno no sabe si en caso de ser un hombre serían tan relevantes. Sloane tiene unos graves problemas de insomnio que trata a base de pastillas, muchas veces en cantidades exageradas, y además Sloane mantiene relaciones esporádicas con chicos de compañía. Unas relaciones aparentemente frías, pero que poco a poco se convertirán en sus únicos momentos de flaqueza, hasta el punto de poner en peligro su misión.
Elizabeth Sloane tiene muchas similitudes con el papel que interpretó recientemente Jessica Chastain en Molly`s Game, pero mientras en la cinta de Sorkin se intentaba contextualizar un poco los motivos que llevaban a Molly a actuar como actúa, en El caso Sloane apenas tenemos información de su pasado. Ella reconoce que aceptó el reto de conseguir una legislación para controlar el acceso a las armas por la adrenalina que le suponía alcanzar una de sus mejores victorias, pero no sabemos sus razones. No sabemos qué le hace comportarse como una cínica patológica, obsesionada con el trabajo, ya que tampoco es que se muestre muy feliz. De hecho en más de una ocasión la vemos huyendo de un acto para reponer fuerzas en los baños. Así que aunque en su discurso final admite haberse dado cuenta de que la regulación de las armas era un tema de justicia, seguimos sin saber cual ha sido la razón para que esta lobbista, que nunca ha tenido escrúpulos, empiece a tenerlos y sea capaz de dinamitar su sólida carrera. Mientras que su compañera Esme tiene un motivo claro para luchar por el control de las armas (vivió un tiroteo), Elizabeth parece carecer de pasado. Apenas menciona una vez a su madre y reconoce que no era una buena estudiante en la universidad. Los más poderosos de Washington parecen no ser los más inteligentes. En una secuencia demuestra su total ignorancia sobre Sócrates, al carecer éste de una aplicación práctica. Sloane solo quiere saber lo que le haga ganar y los principios socráticos no son los adecuados para acercarse a la victoria.
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