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España España · MADRID
Voto de Laura:
8
Drama Para sobrellevar el insomnio crónico que sufre desde su regreso de Vietnam, Travis Bickle (Robert De Niro) trabaja como taxista nocturno en Nueva York. Es un hombre insociable que apenas tiene contacto con los demás, se pasa los días en el cine y vive prendado de Betsy (Cybill Shepherd), una atractiva rubia que trabaja como voluntaria en una campaña política. Pero lo que realmente obsesiona a Travis es comprobar cómo la violencia, la ... [+]
28 de enero de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La noche junto a sus bajos fondos, ha resultado siempre muy atractiva para los creadores cinematográficos y en este caso Martin Scorsese nos sumerge con Taxi Driver (1976) dentro de las desventuras de Travis Bickle, un excombatiente de Vietnam, insomne, que trabaja como taxista por las calles de Nueva York. Una Nueva York que se configura, desde el principio, como protagonista de la trama, siendo testigo de la deriva nocturna por la que va a ir discurriendo Travis, en su viaje a ninguna parte. Aquí Nueva York se aleja del glamour, que habitualmente le caracteriza, para centrarse en las miserias de los barrios más marginales, habitados por chulos, putas y rateros de más o menor importancia. En definitiva, una ciudad que propicia el extrañamiento, entre sus habitantes, y más concretamente entre un Travis trastornado, en parte por su periplo por la guerra de Vietnam. De este modo, puede decirse que llegamos a uno de los temas de la cinta, que se puede sentenciar que es el estado de aquellos que regresan a casa tras una guerra. Travis, aunque no se detienen mucho en ello, ha combatido en Vietnam y llega a su hogar (si se puede hablar de hogar, ya que Travis es un tipo solitario en extremo al que nadie parece apreciar) con potentes problemas psicológicos, que la trama nos irá racionando hasta su desenlace final. Desde un primer momento Travis se nos aparece como un hombre extraño, asocial y racista (habla de limpiar la ciudad de gays, negros,etc), pero hasta su conversión absoluta y sus famosos delirios frente al espejo, no acertamos a distinguir si se trata de un demente o de un simple hombre amargado. Al final la película nos demuestra que Travis es un loco, pero también nos hace pensar en los excombatientes y en la soledad que viven tras su regreso a casa. En ningún momento, vemos que Travis tenga ninguna atención psicológica o ayuda de ningún tipo. Incluso se le permite hacer todas las horas que quiere en el taxi, sin ningún tipo de dispositivo de seguridad, sabiendo que es un hombre con riesgo de sufrir problemas mentales. De este modo, puede desprenderse una crítica a la sociedad americana, que se inmiscuye en guerras sin parar, pero que después no se ocupa de sus combatientes, provocando así un gran riesgo para la sociedad.

Paul Schrader realiza un retrato social demoledor y desasosegante. Toda la sociedad parece enferma, en este viaje nocturna por los bajos fondos de Nueva York. No encontramos consuelo en ningún momento, ya que la despersonalización es total en esta Nueva York salida de las teclas de Schrader. Todos los personajes que habitan Taxi Driver están en los bordes de la sociedad (exceptuando toda la trama de Betsy y el senador), sin olvidar la paranoia social que abunda por cada calle. Y encima, su protagonista es un claro ejemplo de un sufridor de anhedonia, ya que es incapaz de sentir y empatizar con los demás.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Laura
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