¿Qué puedes decir de una película que te ha hecho sentir repugnancia, pero –debes reconocerlo– te ha enganchado?

Puedo decir, en primer lugar, que Alden Ehrenreich le ha robado la película al jefe. Está colosal, muy por encima de Beatty.

En segundo lugar, que tanto la música (y la canción principal, basada en el título) como el color son extraordinarios.

Y, en tercer lugar, que llegas a confundir a Beatty con Hughes y a Hughes con Beatty en lo referente a la megalomanía. Porque incluir como extras a Ed Harris, a Martin Sheen, a Anette Bening, a Alec Baldwin y a Matthew Broderick mientras tú juegas a ser el Marlon Brando de Apocalypse Now (siempre a oscuras, dando miedo y con aires de demente peligroso) te acaba pareciendo tan propio del personaje como del actor y director. Desde luego, nadie podrá negar que Beatty se identificó con el papel. Salvo aquellos que piensen que se ha fabricado un papel a su medida.

Y, dicho lo dicho, la película es buena y recomendable. Aunque, después de tanto esfuerzo, habrá que reconocer que el ridículo de Beatty en la gala de los Oscars ha sido un colofón genial. Yo lo añadiría a la película a modo de epílogo. Encaja a la perfección.