Hace unos días, una persona muy allegada, me preguntaba sobre mi top 10 de películas. No me resultó difícil enumerarlas. En menos de dos minutos ya había dado mi lista. Lo difícil vino después, cuando me pidió que de ésas, dijera cuál era mi MEJOR película. ¡Uf, qué aprieto! ¿Cómo elegir la mejor de entre Cinema Paradiso, El padrino, Novecento y otras siete? Después de varios minutos concluí. La película que me gustaría ver antes de morir o la única película que tuviera que elegir para ver en un apartado rincón de la tierra sin más cosas que un reproductor de video y una pantalla, sin duda era "Once upon time in America". Al preguntarme el porqué de esa elección mi respuesta fue la siguiente: Para que una película me atrape, aparte de las actuaciones y un buen guión, debe abordar alguno de los siguientes temas: amistad, amor, acción y si no es mucho pedir una excelente música que la acompañe. Érase una vez en América, no solo contiene uno de los temas que acabo de mencionar, tiene TODOS, además de algunos plus como el reencuentro con el amor, el escenario de Nueva York a lo largo de 6 décadas, las actuaciones magistrales de De Niro, Woods, Pesci y de un Burt Young incomparable con él mismo en el resto de su filmografía. La prometedora y precoz belleza de Jennifer Connelly y la singular presencia de McGovern. Todo eso, que no es poco, sumemos la sutil y maravillosa música de Morricone, el resultado es una OBRA MAESTRA de la cinematografía de todos los tiempos.

¿Para qué hacer una reseña de la trama, si nada que pudiera decir de ello se acercaría remotamente a la sensación que me provoca ver esta joya?

Quién no la haya visto, por favor háganlo, aún hay tiempo para dedicar provechósamente cuatro horas de nuestra vida en aras del mejor cine,