“La Monja” es la quinta entrega de la franquicia iniciada con “El Conjuro”, es una precuela diseñada para generar solo unos sobresaltos pero carece de profundidad dramática de sus antecesoras.

A menudo escuchamos hablar que existe una nueva película de terror pero acá desmitificaremos de inmediato que “La Monja” es una película de horror ya que este concepto se refiere a una emoción la presencia de elementos que no tienen explicación racional como los demonios, fantasmas y demás criaturas, por su parte el terror es miedo es provocado a algo real terremoto, arañas etc.
La cinta está ambientada en abadía remota en 1952 en Rumanía, "The Nun" con el terror gótico desde el principio con sus pasadizos de piedra iluminados por velas. El Vaticano envía a este lugar a un cura exorcista y una novicia monja llamada Irene que aun no cumple con sus votos finales para investigar un suicidio de otra monja que apareció ahorcada y que fue encontrada por un proveedor de comidas llamada el Franchute, que será el guía del dúo de religiosos que deberán sortean las más increíbles pruebas que recuerdan al dibujo animado Shaggy & Scooby-Doo en sus tantas andanzas por mansiones embrujadas.
Con este lugar sagrado pero a la vez maldito como protagonista, el trío de héroes y una monja profana, se desarrolla el argumento del film que corre como una prueba tras otra por los oscuros pasillos y la enorme cantidad de puertas que encuentran diferentes pruebas del horror que van cansando a medida que aparecen un sinnúmero de ningún jump-scare que conocemos como los clásicos sustos para tratar de encontrar el origen del mal que reina en ese lugar.
“La Monja” es la quinta entrega de “El Conjuro”, un spin off que prometía mucho pero que se queda con las apariciones de monjas en los pasillos con golpe de efectos sonoros, imágenes religiosas profanadas y más tratando de generar saltos que atraparte con una coherente historia que desaprovecharon. Debo decir que me tienen un poco cansado tanto sping off de superhéroes, los minions y de cintas de terror que agotan hasta la saciedad con conexiones un poco forzadas, falta claramente de originalidad pero aseguran éxito comercial debido a sus trailers bien estructurados y dirigirse hacia un público adolescente que come palomitas a raudales.
Hay en este film personajes tratados sin profundidad dramática, solo puestos allí para sortear pruebas que ven gente volar, monjas morir y comer tostadas o bromear como si nada al otro día. En definitiva muy lejos de aquellas películas donde los miedos se incuban en la mente, con sosiego y que no dependen de movimientos de cámara para hacer saltar unas cuantas veces. No está a la altura del inicio de la franquicia del Conjuro 1 y 2 donde la pareja Warren encarnados por avezados protagonistas que actuaban bien y tenían una historia potente detrás, acá en contraparte sobra liviandad que mata cualquier intento de empatizar o generar un miedo profundo que se diluye mientras abandonas la sala.