Probablemente nunca veamos el fin de las películas sobre la II Guerra Mundial. En una industria tan atrapada por los arquetipos el espionaje, la aventura, las historias de amor y la exaltación retro siguen siendo demasiado atractivos comercialmente hablando como para no contar más con estos ingredientes.
Aliados reune a un equipo de lujo para sumergirnos en una intriga en el Marruecos francés de 1942, en Casablanca nada menos, guiño cinéfilo tan evidente como efectivo. Dos protagonistas que rebosan glamour se ven envueltos en una arriesgada misión, se enamoran y a partir de la mitad de la película se plantea un dilema que llena de incertidumbre el desenlace.
Aunque hay mucho tópico de por medio, el desarrollo de la trama no deja en ningún momento de ser eficaz. Cine muy entretenido con un guión sólido que sabe dosificar la información de tal forma que la duda nos acompañe hasta el final. Un aire a esas producciones bélicas de los años 40 en las que las estrellas del momento conseguían sostener historias inverosímiles. Tanto Pitt como Cotillard son astros dignos de ser comparados con aquellas leyendas del cine y la función recae sobre sus anchos hombros. Acaso el americano ande un poco acartonado, pero la francesa desborda elegancia y belleza por los cuatro costados durante la primera parte del filme. Dos espías tan improbables como atractivos; hermosos y malditos como requieren las ficciones que tratan de mostrarnos que la guerra aunque cruel y esas cosas, puede ser algo fascinante.