Lo que sí: es necesario ver ambas películas para entender el homenaje al género de serie B-Z. Mientras que Rodriguez se queda en la superficie, apostando por gran presupuesto y pirotecnia, Tarantino marca las reglas y, vía ejercicio de estilo, habla del antes y el después, proclamándose a sí mismo como heredero aventajado de todo ese tipo de películas.
Lo que no: ni Rodriguez ni Tarantino dan más de sí. Todos los personajes de Tarantino hablan como él, con una verborrea tan interminable como insustancial.

Tarantino es un gran director, y las dos secuencias de coches de su película así lo demuestran. El problema es que sus historias empiezan a ser excesivamente aburridas y típicas.