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Voto de Samizdat:
8
7,1
795
Drama
Biografía de Salvatore Giuliano (1922-1950), un mítico bandido e independentista siciliano. Pero lo que a Rosi le interesa de verdad es centrar la atención sobre el endémico atraso de Sicilia, sobre las relaciones entre mafia, bandolerismo, poder político y poder económico, es decir, sobre las causas de lo que los italianos llaman el "problema meridional". (FILMAFFINITY)
9 de diciembre de 2010
23 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con esta película de Francesco Rosi (nacido en 1922) se inicia en Italia el género conocido como cine político, que alcanzará su máximo desarrollo en los 70, con autores, además del propio Rosi, como Elio Petri o Damiano Damiani. Pero no se queda ahí el alcance de esta película, ya que puede afirmarse que ha tenido una gran influencia en el cine de tema político a nivel mundial: de "Z" (1969) de Costa-Gavras a "JFK" (1991) de Oliver Stone, por poner solo dos ejemplos destacados, tienen una fuerte deuda en lo formal con este filme.
El tema es la historia del bandido siciliano Salvatore Giuliano: sus conexiones políticas y las circunstancias que condujeron a su muerte en 1950. Lejos de procurar un acercamiento romántico a la figura del buen ladrón que roba a los ricos para dar a los pobres (como sí se encuentra, en cambio, en la novela que Mario Puzo escribió sobre el personaje, llevada luego al cine por Michael Cimino), la película se presenta como una investigación, a medio camino entre la ficción y el documental. El director procura conseguir la mayor objetividad posible, por lo cual se limita a presentar hechos, dejando que sea el espectador el que saque sus conclusiones. La objetividad se refuerza evitando mostrar al protagonista, a quien solo se le ve la cara en fotografías y después de su muerte; también por medio de los frecuentes planos picados (entre ellos, el inicial del descubrimiento del cadáver de Giuliano); y mediante la voz en off, utilizada de forma muy similar a como años atrás la empleó Visconti en “La terra trema” (una película en la que Rosi trabajó como ayudante de dirección).
El centro de interés de la película no es la personalidad de Giuliano, sino la forma en que fue manipulado para servir a intereses políticos: el ataque de Rosi, en concreto, va dirigido contra los democristianos, que gobernaban Italia en la época de Giuliano y continuaban en el poder cuando se estrenó la película. Es también una reflexión sobre los problemas crónicos de Sicilia (el subdesarrollo, el bandolerismo, la corrupción política y la implantación de la Mafia) y, por extensión, de todo el sur de Italia.
El tema es la historia del bandido siciliano Salvatore Giuliano: sus conexiones políticas y las circunstancias que condujeron a su muerte en 1950. Lejos de procurar un acercamiento romántico a la figura del buen ladrón que roba a los ricos para dar a los pobres (como sí se encuentra, en cambio, en la novela que Mario Puzo escribió sobre el personaje, llevada luego al cine por Michael Cimino), la película se presenta como una investigación, a medio camino entre la ficción y el documental. El director procura conseguir la mayor objetividad posible, por lo cual se limita a presentar hechos, dejando que sea el espectador el que saque sus conclusiones. La objetividad se refuerza evitando mostrar al protagonista, a quien solo se le ve la cara en fotografías y después de su muerte; también por medio de los frecuentes planos picados (entre ellos, el inicial del descubrimiento del cadáver de Giuliano); y mediante la voz en off, utilizada de forma muy similar a como años atrás la empleó Visconti en “La terra trema” (una película en la que Rosi trabajó como ayudante de dirección).
El centro de interés de la película no es la personalidad de Giuliano, sino la forma en que fue manipulado para servir a intereses políticos: el ataque de Rosi, en concreto, va dirigido contra los democristianos, que gobernaban Italia en la época de Giuliano y continuaban en el poder cuando se estrenó la película. Es también una reflexión sobre los problemas crónicos de Sicilia (el subdesarrollo, el bandolerismo, la corrupción política y la implantación de la Mafia) y, por extensión, de todo el sur de Italia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La narración no es lineal: se alternan escenas que relatan la carrera de Giuliano hasta su muerte con otras que detallan lo ocurrido después de su fallecimiento, con especial interés en el juicio desarrollado en Viterbo por la masacre de Porta della Ginestra, el principal crimen político llevado a cabo por Giuliano y sus hombres. Esto puede hacer que resulte algo difícil de seguir, aunque no cabe duda que esta estructura discontinua responde a una necesidad de la historia y no es un mero capricho del director.
Pocos personajes tienen un verdadero relieve dramático, a excepción de Gaspare Pisciotta, el lugarteniente de Giuliano, que interpreta Frank Wolff. Son muy destacables las escenas de masas, como por ejemplo la de la masacre de Portella della Ginestra. Hay una clara voluntad de estilo que choca un poco con la voluntad de ser objetivo a ultranza del autor. Muchos de los planos tienen una calidad casi pictórica: como, por ejemplo, el mencionado por Quatermain80: el escorzo del cadáver que recuerda al “Cristo muerto” de Andrea Mantegna.
La denuncia política que hace el autor en esta película puede resultar casi ingenua en estos tiempos (aunque lo relacionado con Giuliano sigue siendo un misterio sin resolver de la historia de Italia), pero la película mantiene su fuerza, a pesar de los años transcurridos. Eso sí: el afán de objetividad del director hace que el filme marque siempre las distancias con el espectador, que no encuentra asideros para implicarse emocionalmente con lo narrado.
En resumen, una película sumamente interesante, aunque su estilo narrativo y la austeridad de su puesta en escena exigen un esfuerzo extra por parte del espectador. Un esfuerzo que, indudablemente, vale la pena hacer.
Pocos personajes tienen un verdadero relieve dramático, a excepción de Gaspare Pisciotta, el lugarteniente de Giuliano, que interpreta Frank Wolff. Son muy destacables las escenas de masas, como por ejemplo la de la masacre de Portella della Ginestra. Hay una clara voluntad de estilo que choca un poco con la voluntad de ser objetivo a ultranza del autor. Muchos de los planos tienen una calidad casi pictórica: como, por ejemplo, el mencionado por Quatermain80: el escorzo del cadáver que recuerda al “Cristo muerto” de Andrea Mantegna.
La denuncia política que hace el autor en esta película puede resultar casi ingenua en estos tiempos (aunque lo relacionado con Giuliano sigue siendo un misterio sin resolver de la historia de Italia), pero la película mantiene su fuerza, a pesar de los años transcurridos. Eso sí: el afán de objetividad del director hace que el filme marque siempre las distancias con el espectador, que no encuentra asideros para implicarse emocionalmente con lo narrado.
En resumen, una película sumamente interesante, aunque su estilo narrativo y la austeridad de su puesta en escena exigen un esfuerzo extra por parte del espectador. Un esfuerzo que, indudablemente, vale la pena hacer.