Más que un suspenso basado en la vida real, "Argo" sobrepasa las barreras bélicas y se convierte casi en un nuevo éxodo en el siglo XX.
Todo sucedió en 1980, mientras estaba en pleno curso de la revolución islámica en Irán, debido a que el Sah Rheza Palhevi pidió asilo político en Estados Unidos después de ser destituido de su labor.
Los habitantes enfurecidos toman como rehenes a trabajadores de la embajada Estadounidense en el país asiático.
Seis funcionarios pueden escapar y se refugian en la embajada canadiense.
Luego se muestran los detalles de una atrevida misión de rescate, para sacar del país a los fugitivos haciéndolos pasar por miembros de una compañía cinematográfica canadiense. El estratagema fue planeado por un agente de la CIA, quien aprovechó sus contactos en Hollywood para simular la preparación de una cinta de ciencia ficción.
Se pueden apreciar claras temáticas sobre política, espionaje y se burla un poco de la industria cinematográfica de Estados Unidos.
Hay que alabar la poderosa dirección de Ben Affleck, el cual se supera así mismo, concretando que es mejor dirigiendo que actuando. Su actuación en la cinta, es floja y un poco tiesa, parece que actúa como obligado.
En cambio la labor de Alan Arkin y John Goodman es de envidiar.
El vestuario es genial, logra trasladarnos a principios de los años ochenteros.
El guión de Chris Terrio es audaz pero no ahonda demasiado en cuestiones ideológicas. Los diálogos en ocasiones recurren a frases esquematizadas y tiene ciertas partes predecibles.
El desenlace desde todo punto de vista es forzado. No quiere decir que sea malo, por que no lo es, pero se siente la presión con la que la historia decae hasta ahí.
Ganadora de tres premios oscar, película, montaje y guión adaptado.