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Costa Rica Costa Rica · San José
Voto de Daniel Calderón:
10
Drama Una niña de 6 años y sus amigos pasan el verano en un pequeño motel muy próximo a Disneyworld, mientras sus padres y el resto de adultos que les rodean sufren aún los efectos de la crisis. (FILMAFFINITY)

19 de septiembre de 2020
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En su tercer largometraje, el cineasta estadounidense Sean Baker, consolida su estilo característico de filmar lo cotidiano con un lenguaje depurado capaz de transgredir costumbres hollywoodenses plasmadas muchas veces en el cine comercial. Su anterior largometraje “Tangerine: Chicas fabulosas” (2015), tocaba el tema de la transexualidad de una manera clara y concisa, permitiendo al espectador vivir de cerca muchos de los fantasmas y situaciones difíciles que atraviesan estas personas. Un detalle inolvidable de dicho título, fue su filmación utilizando la cámara de cuatro iPhone 5s. Aquí ya no los utiliza, solamente hace su uso en el magnífico final, pero el estilo de la fotografía imprime algo parecido a lo vivido en el anterior largometraje.
Moonee es una niña de 6 años que pasa el verano con su madre y sus amigos en un pequeño motel a las afueras de DisneyWorld. Está sencilla premisa, nos ubica en el tema central de esta obra maestra. Estas diferencias marcadas, se manifiestan como una crítica social bien establecida, que permite al espectador conocer la realidad de una manera más cercana y utilizando la infancia como canal para contarla. La miseria, fuertemente impulsada después de la recesión del 2008, se ve aquí manifestada y contrastada por el consumismo acelerado que se contempla en estos grandes parques temáticos.
Sean Baker, entrega una dirección tremendamente perfecta donde mezcla estilos realistas que permiten al filme mostrar lo que se cuenta de una forma muy humana, pareciendo casi natural es decir, parece que las situaciones no son actuadas y los diálogos muchas veces parecen ser improvisados.
La fotografía del mexicano Alexis Zabé es maravillosa. En muchas escenas, la cámara parece detenerse y entrega una postal que queda impregnada en nuestros ojos para luego pasar a la memoria. El ritmo pausado de la película, ayuda a descubrir demasiados detalles cinematográficos captados sutilmente por el lente maravilloso de Zabé.
Las actuaciones son perfectas, a pesar de que hay pocos profesionales en pantalla. El más reconocido es Willem Dafoe, que entrega una interpretación maravillosa y que le valió varias nominaciones, incluso la de mejor actor de reparto en los Oscar.
Esta es una obra auténtica, llena de realismo y sinceridad que permite al espectador participar de la realidad de manera más cercana, gracias a una puesta en escena cálida y colorida y a una historia simple pero llena de sinceridad. Obra maestra.
Daniel Calderón
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