Este film no sólo trata el tema de la homosexualidad de un modo sensible y hermoso, sino que lo hace desde la más pura ingenuidad presentando los contras de la sociedad no como un problema sino como un paso más. Lo mejor a parte de contar muy bien la historia es que es del todo creible y que aporta un toque de aceptación por parte del entorno que rodea a los protagonistas junto con unas situaciones cómicas que la hacen especial para el año en que se hizo. Todo en una frase; el verdadero amor no conoce de sexos, religiones ni apariencias.