Lucio Fulci, acompañado de una magnífica y aterradora BSO de Fabio Frizzi, nos lleva a la pantalla el mejor terror psicológico (no se trata de una mera peli de zombis).
Argumento muy bien llevado, escenas escalofriantes, su granito de gore (que a mí no me fascina en demasía) y ante todo una sensación de miedo auténtica, que al fin y al cabo es de lo que se trata en este género.
Además, se intuye cierta crítica a la América profunda (como eliminar el derecho de inocencia) y el decorado es en ocasiones magnífico (si bien es cierto, el montaje tiene defectos claros).
Lo que no entendí es el final, demasiado abierto cuando todo parecía terminado...
spoiler:
Los protagonistas han acabado con el cura zombi y se supone que han cerrado la puerta infernal de Dunwich (antigua Salem), sin embargo, cuando se les acerca el niño a abrazarles, gritan como locos que no lo haga. Y se acaba. No lo entiendo, salvo que la presencia del niño reabriera la puerta infernal... (Que por cierto, curiosa obsesión la de Fulci con las puertas del Infierno)