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Voto de zé pequeño:
9
Drama François es un joven profesor de lengua francesa en un instituto conflictivo, situado en un barrio marginal. Sus alumnos tienen entre 14 y 15 años, y no duda en enfrentarse a ellos en estimulantes batallas verbales; pero el aprendizaje de la democracia puede implicar auténticos riesgos. Al comenzar el curso, los profesores, llenos de buenas intenciones, deseosos de dar la mejor educación a sus alumnos, se arman contra el desaliento. ... [+]
7 de noviembre de 2009
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando hablamos de educación, debemos afrontar varios debates importantes. El primero de ellos parece claro: ¿La escuela sirve para enseñar conocimientos o para educar ciudadanos? ¿Es más importante que un alumno sepa hacer la raíz cuadrada o que desarrolle su capacidad reflexiva y deductiva? Otra pregunta sería: ¿Cuál es la función del profesor? ¿Debe ser un pequeño psicólogo? Y la última de ellas: ¿En los centros de enseñanza evaluamos estudiantes mejores y peores o realmente buscamos crear ciudadanos maduros e independientes?
Todas estas preguntas se las plantea Laurent Cantet con maestría en el film. Como telón de fondo un instituto de un barrio periférico de la gran París. Mezcla racial, cultural y étnica. Lo que nunca nos enseñarán en las guías turísticas pero que también existe en toda magna ciudad.
Como personaje principal, un joven profesor de lengua francesa y literatura. Comete errores, se frustra, sufre, también a veces lucha por los alumnos. En otras ocasiones pierde la esperanza. Quizás, no le hayan enseñado adecuadamente su profesión, ni sienta el apoyo de la sociedad para sacar adelante a sus futuros ciudadanos.
Los secundarios, los alumnos. Adolescentes que se encuentran en pleno apogeo hormonal y con importantes cambios en sus procesos cognitivos. Incomprendidos, afectados por su entorno en todos los sentidos.
Y todo esto bajo la presión y la soledad de los muros.
Sin duda, para mí que me dedico al mundo de la enseñanza y la educación (siempre de la mano), estamos ante un auténtico peliculón. Un 8,75.
zé pequeño
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