La tercera parte de Madagascar olvida la arte de moraleja y sensiblería de sus predecesora para lanzarse sin complejos a un festival de humor y fantasía.

Basándo en el slaptick del cine mudo, (con sus persecuciones y las payasadas de los pinguinos y los monos) así como en Dumbo (toda la parte del circo y el número del trapecio) y los grandes villanos de Disney (Fantástica la gendarme obsesionada con cazar un león), es la más alegre y espectacular de las tres partes.

Es una lástima que ese humor, deudor de otra épocas, solo se utilice ahora en películas de dibujos animados para niños. Los mayores, que ya tenemos una edad, también queremos reirnos de vez en cuando sin necesidad de escuchar solo chistes verdes.