Haz click aquí para copiar la URL
España España · MADRID
Voto de PEPE:
3
Romance. Drama En la puritana sociedad londinense de los años 50, Hester Collyer (Rachel Weisz), la esposa de un juez del Tribunal Supremo Sir William Collyer (Simon Russell Beale), lleva una vida privilegiada. Pero todo cambia cuando, para asombro de todos, decide dejar a su marido para irse a vivir con Freddie Page (Tom Hiddleston), un joven y apuesto ex piloto de la RAF del que ha caído profundamente enamorada. (FILMAFFINITY)
14 de agosto de 2014
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El título: (Between the devil and) the deep blue sea. Lo mejor.

Desventuras afectivas de una hija de la Gran Bretaña que se debate entre (the devil and the deep blue sea) la espada y la pared. En este caso, la espada es un jovencito con cara de palo y raya en el pelo marcada de un hachazo, del que lo único que sabemos es que, aparte de vestir horrorosamente, fué piloto de la RAF con marcada afición al golf, la cerveza, cantar en los pubs y no dar palo al agua. La pared sería el esposo de avanzada edad, juez del Tribunal Supremo que rinde pleitesía a su señora madre (de él) -cuya lengua destila puro veneno (la de ella)-, visitándola con su joven esposa para comer (sopas) con cubertería (de plata) y tomar el (five o'clock) tea. Todo lo que sabemos de la protagonista es que su padre es “un hombre de la iglesia” de sólidas convicciones : “Hasta que la muerte os separe”. Tampoco se le conoce oficio ni beneficio alguno (a ella, no al vicario de Cristo), salvo un casamiento de los que te resuelven la economía de bolsillo.

La narración arranca con voz en off que nos lee la típica carta que cualquier suicida que se precie debe redactar : “Mi querido Freddy …. porque esta vez solo sé que me quiero morir” Tampoco es necesario tener el talento de Shakespeare en tal brete, vaya.

Un rótulo nos pone en situación: LONDON ABOUT 1950.

Abreviando que es gerundio: Genuino MELODRAMA “Obra teatral, cinematográfica o literaria cuyos aspectos sentimentales, patéticos o lacrimógenos estén exagerados con la intención de provocar emociones en el público”. En este caso, ni sentimentales ni lacrimógenos, simplemente patéticos. Debo tener menos sensibilidad que una ameba: lo único que me arrancó fue indiferencia y bostezos…

El guión: deplorable. Diálogos propios de ex-alumnos de Oxbridge, totalmente artificiosos y carentes de credibilidad. Uso desmedido de flashbacks que dificultan innecesariamente el desarrollo y hacen confusa la identificación en el tiempo. Todo lo que vemos y oímos en pantalla nos lleva a pensar en los años inmediatamente posteriores al episodio bélico conocido como Batalla de Inglaterra, que tuvo lugar entre julio y octubre de 1940, cuando la acción transcurre supuestamente “around 1950”. Curiosa la escena de la estación de metro bajo los bombardeos alemanes: los años no han alterado para nada el aspecto físico del matrimonio (¡¡¡Rule Britannia!!!) . En cuanto a las cartillas de racionamiento, parece ser que hasta 1948 aprox. sí, efectivamente seguían vigentes. Al final del metraje, al dire se le va la olla y cambia el pincel fino que ha venido usando por la la brocha gorda y descorre los visillos inundando de luz solar la habitación hasta entonces penumbrosa. Esta y otras metáforas de todo jaez que hacen del metraje una sucesión de las mismas, en los minutos finales devienen en orgía metafórica: los escombros de los bombardeos humean al fondo de la calle, cual restos del naufragio (¿del juez? ¿del tarambana? ¿de ella? ¿de la civilización occidental? ¿del sursum corda? Todas ellas, las metáforas (los espejos, ay, los espejos; las cortinas, ay, las cortinas, los calentadores de gas, ay, los calentadores de gas) digo, dignas de celebérrimos artistas que no voy a nombrar por falta de espacio: ni las metáforas, ni los celebérrimos.

Los actores: Hacen que la película no se desmorone como un castillo de naipes. Excelente labor de los secundarios. Al trío de protas se les podría haber sacado más jugo, pero sería injusto criticarlos, bastante tienen con sacar adelante esos diálogos. El fulano que interpreta al ex-piloto pelín tarambana (Hiddleston), o nació con esa cara (de palo) que Dios le dió, o es un genio del transformismo. En cualquier caso, si yo fuese señora, y quisiera agenciarme un “affaire” extraconyugal, vamos, que ni de coña.

La música: Desacertada elección del concierto para Violín de Samuel Barber Y a todo volumen, tanto, que dan ganas de vociferar: “Por Dios, que alguien dispare a ese violinista majadero”. Propuesta alternativa: ¿Qué tal el concierto para para cello de Edward Elgar interpretado por Jacqueline du Pre? Y el volumen más bajito, of course.

La foto, el atrezzo, la iluminación, el montaje, los encuadres, el movimiento de cámaras y otras zarandajas: Un grandioso envoltorio, Todo muy pulcro. Muy “british”. Muy “artístico” y ensayístico”. Mucho filtro “soft” “textura granulosa” y colorido “caliente pero contenido” Tan cuidadas están estas pendejadas que parece que el director haya echado el resto en esta mano y se haya desentendido de que, bueno -no es obligatorio pero se agradece- debería contarnos una historia.

Aspectos positivos, como todo en esta vida, “haberlos haylos” mais … los dejo en mejor pluma.

PD.: La prota solo se lleva una bofetada (bienintencionada) del (no cualificado) doctor en medicina y vecino. Se merecía un par de ellas.
PEPE
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow