Cebarse con esta cinta es lo más fácil del mundo. No cuesta nada. Y yo, pobre mortal, que sé lo que me voy a encontrar de antemano, porque es lo más inteligente que se puede hacer ante tal opción, la disfruté en su sencillez y tópicos sin fin, pues no todo va a ser cine con trasfondo y planos milimétricos con silencios y reminiscencias gafapastiles. Aquí hemos venido a pasar un rato, que bien lo sabe Pearce, y el que no quiera ahí tiene la puerta. (Dicho todo mientras se enciende un pitillo).

La cinta es una mezcla de Escape de Absolom con la más nostálgica y estupenda Jungla de Cristal ( a la que obviamente no llega ni a la suela) y se disfruta en su no excesivo metraje gracias a un socorrido Guy Pearce (bien chulo y en forma para la ocasión, los brazos del mozo han sido trabajados) y que además fuma lucky sin filtro y se enciende el pitillo con zippo en pleno año dos mil y pico. Como los hombres de verdad, oiga. El humor del personaje hace recordar sin esfuerzo a los tipos duros de aquel cine que ya nunca volverá, pero que indudablemente sentó las bases.
Toda la trama está más que trillada así que no me detendré en este punto porque el tiempo es oro y bien cierto que es. Sólo mencionaré que el bellezón de la hija del presidente se halla encerrada en la prisión de máxima seguridad espacial al que mandan al pringado de turno para rescatarla entre presos furiosos y explosiones al gusto. No hay mucho más ni se requiere, para poner al espectador en situación.

Así que si quieren pasar una tarde entretenida SIN, y remarco ese sin, pedir peras al olmo, (ni peras ni otro tipo de fruta porque exigir no podemos) puede ser una opción interesante. Yo no voy a tirarla por tierra porque es honesta en lo que ofrece. Aunque aparezca por ahí el nombre de Luc Besson. Hasta eso la permito. Será el verano, que altera los sentidos. Pues yo me dejo llevar. Y es que incluso a veces se agradecen este tipo de films. Nos recuerdan de dónde toman las ideas, de aquellos clásicos de acción de los 90, y por algo será, aunque ni por asomo atesoren aquellas cotas de calidad. Pero la premisa sigue siendo la misma, y eso es porque en su día funcionaba a la perfección.

Asi que, avisados quedáis. Eso si, mejor verla en tu tv de plasma de tropecientas pulgadas que en una sala de cine. Carne de blockbuster, que se dice. Y además orgullosa de serlo.