Cuando Ridley Scott saca su potente arsenal siempre llama la atención, de eso no hay duda. Ha tenido tropiezos, como todos, y grandes éxitos. El problema viene cuando llega la falta de ideas a la fábrica de sueños de Hollywood. Y entonces es fácil darse cuenta que tras grandes parafernalias y fuegos de artificio existe un vacío considerable.
Este es lamentablemente el caso que nos ocupa en Robin Hood, pues no puedo imaginar una película mas innecesaria que ésta, amén de la historia que se nos cuenta. Harina de otro costal sería hablar de cómo está rodada.
Y es que la leyenda del ladrón de ricos por excelencia no es la que se nos cuenta en la cinta. Todo se basa en una precuela, contando las hazañas de Robin antes de adentrarse en Sherwood y ser declarado proscrito por el rey. Crowe no hace un papel memorable, es más bien un remake propio de aquel Gladiator que nos regaló el mismo director, Cate Blanchet, que últimamente se prodiga en este tipo de producciones, hace el papel de Lady Marian sin estridencias. Es decir, que ninguno de los dos tiene nada que se le pueda reprochar, pero tampoco nada que se pueda alabar. William Hurt hace un trabajo impecable hasta donde su papel le permite, Mark Strong como villano lo borda en este tipo de papeles, y por último el destacable Max Von Sydow es casi el que brilla con más luz a pesar de su brevedad.
La cinta tiene aspectos criticables, que emborronan en demasía el resultado final. Para empezar, es excesivamente larga. Y termina aburriendo. Lo que se nos cuenta no nos es familiar para nada con lo que sabemos de Robin Hood, y eso acaba haciendo daño. Las batallas, aunque bien filmadas, repiten esa cámara mareante a veces de la que adolecía Gladiator, y todo recuerda haberse visto ya. Nada sorprende, y se aleja de la leyenda lentamente hasta el punto de prácticamente dejar de interesarnos. Y es que llega un punto en el que no sabe uno si está viendo Robin Hood o cualquier película sobre las Cruzadas. Y eso, llevando la cinta el nombre que lleva, resulta casi imperdonable.

Esto demuestra que la maquinaria que pone en movimiento Ridley no resulta suficiente como para hablar de que perdure en nuestra memoria. Personalmente creo, que la visión del Hood clásico, que ineludiblemente va unida a la leyenda, hubiese sido mucho más acertada opción que contarnos una historia tan ajena como desconocida. Si juntásemos Braveheart, Gladiator, y el Reino de los cielos, la amalgama resultante sería este sucedáneo de Robin Hood, que no llega a dar la talla. Y es que esta vez, no has dado en la diana Ridley.
Finalmente todo resulta falto de encanto, intentando camuflarse tras una factura técnica por encima de la media. Pero son demasiado evidentes las lagunas de la cinta como para pasar desapercibidas. Al menos yo, esperaba otro Robin. Y es que a veces, no basta con una fachada aparentemente impecable, sino con respetar un mito y no intentar vanguardismos demasiado arriesgados.