Y es que eso es, prácticamente, lo que hace el personaje estupendamente interpretado por Joseph Gordon-Levitt como Hesher. Se trata de una cinta de corte independiente donde lo más destacable es precisamente su protagonista, Hesher, Y contar con una intérprete como Natalie Portman, aunque aquí pase de puntillas en todos los sentidos.
Luego está la falta de verosimilitud, que ahoga la cinta poco a poco. La aparición de Hesher y cómo se instala en la casa del chaval está bastante cogida por los pelos, al igual que algunas situaciones, como la repentina relación que surge entre Hesher y el personaje de Portman. Y es ahí donde se nota la falta de experiencia de Spencer Susser en la dirección, a pesar de entreverse la sana falta de pretensiones de su película.
Se echa de menos una explicación más profunda de por qué el personaje actúa de esa manera, por qué esa personalidad rebelde y destructiva, y qué le empuja a desarrollar dicha personalidad, y aunque se haga levemente cerca del desenlace, no llega a convencer la ecplicación, queremos saber más sobre los orígenes del impredecible Hesher.

Lo más grave que le puede ocurrir, (dentro de la poca gravedad que puede tener) es que sea fácilmente olvidable, como otras muchas.

Me quedo con la relación de la abuela con Hesher, del final, y de algún monólogo de Gordon-Levitt no exento de brillantez. Lo demás se disipa como la niebla en nuestra memoria, no sin antes haber pasado, al menos, un rato entretenido con Heavy Metal de fondo. Además, siempre es de agradecer la presencia de Portman aunque sea minoritariamente.