Que no te engañen ni nos engañemos, amigo lector. Aquí todos sabíamos a lo que veníamos. Sabíamos que iba a ser mas grande, que iba a haber cameos históricos y momentos que nos devolverían casi a la niñez, o a la adolescencia a muchos. Y Sylvester lo ha vuelto a hacer, claro. Si hay algo de lo que sabe, es precisamente de este tipo de cine.
Simon West le releva tras las cámaras desde una primera parte notable, y nos da a todos ración doble de lo que queríamos, a saber, músculos, chascarrillos varios, enormes armas, mucha munición y explosiones. Ningún espectador debería verse defraudado si sabe que esta era la respuesta al pago de su entrada.
Y es que ver a todos los viejos lobos juntos bien merece la entrada, y Sly lo sabe. Era el reclamo en los carteles, era el reclamo en los trailers...en todos lados. Testosterona en vena sin anestesia y en dosis de garrafa de 20 litros, o sea, caviar para los paladares que sepan degustarlo. Y si, además rezuma el humor del que carecía la primera parte y se toma a sí misma como parodia en gran parte del metraje, pues lo han vuelto a lograr.

Como casi siempre y en otras críticas en mi haber, debo decir que atacarla es tan sencillo como ineficaz. Así que si quieres ver a los actores de acción que construyeron el género, que levantaron tu infancia, que sellaron los recuerdos de muchos a base de tiros y guantadas, es tu película. Y como es mi caso, la aplaudo.

El argumento es simple porque no le hace falta complicarse, no es su fuerte. Y desde el principio, con una secuencia de lo más espectacular, nos encarrila en la montaña rusa más movida de la mano de todos los grandes. No hay mucho más que decir de Expendables 2, pues ya se ha dicho. Solo invito a todos los amantes de la acción que se acerquen a ella sin reservas, y seguro que lo disfrutarán tanto como yo lo hice.

Un auto homenaje con un humor que le sienta como un guante de un grupo legendario que todos llevamos en el recuerdo. El producto más noble y honesto que ha pasado por cartelera desde hace mucho.